31 de agosto. El ultimo día de mi mes. De mis vacaciones. De mi verano.
He estado mucho tiempo desaparecida, pero no veo conveniente pedir perdón por ello, lo hice porque lo necesitaba. He hecho el menos caso posible al móvil, los dramas de la gente no me interesaban, mi verano se ha basado en sonrisas, en estar con mi gente, en recuperar la Belén enérgica, en beberme los libros que no pude leer en invierno y beberme las cervezas heladas que me ponían en la mano, en ver series cual friki, en ser Úrsula en el agua porque la sirenita se quedó en el pasado, en saltar con la charanga, en bailar con la orquesta, en disfrutar conduciendo, en hacer la maleta, en conocer cosas nuevas, en conocerme a mí, en disfrutar, en desconectar y en no estar en casa.
La vuelta me va costar. De hecho pienso en el lunes… y me apetece achuchar a mis niños, comérmelos a besos y ver lo grandes que están. Pero cuando me acuerdo de que el lunes todo van a ser lloros... creo que la primera que va llorar soy yo.
La verdad es que me han pasado muchas cosas, que no sabría por dónde empezar a contaros, pero supongo que tengo todo un año para escribirlo todo. ¡Ya estoy pensando en el verano que viene! Asique hoy, voy hablar de mí. Del resto, os lo cuento otro día.
Que ha supuesto para mi este mes de agosto? He vivido muchas experiencias, que quizás a primera vista son insignificantes, pero lo cierto es, que a mí me han valido. Tengo que decir, que mi verano no solo es agosto. El mes de julio, aunque trabaje, me propuse no parar y los fines de semana estuvieron llenos de planes y las tardes, tampoco se dieron mal. Pero si de algo me he dado cuenta estos días de verano es que soy más gitana de lo que yo creía. No me malinterpretéis. Pero es que los lunares, las rumbas, los abanicos, los farolillos y el sur, lo llevo en las venas. Yo, Belén Triguero, más de Cuenca que las Casas colgadas, he encontrado otro lugar en el mundo.
Mi instancia en Málaga, creo que ha sido lo mejor de mi verano. Estaba en mi salsa. Las caderas se me movían solas con la música, el abanico azotaba el aire sin querer, y aunque el cartojal no es la mejor bebida del mundo, los lunares se me han tatuado en el alma. Además, ¡que gente tan guapa! Siempre he soñado con ponerme uno de esos vestidos para bailarlo mientras suenan los rebujitos, niña pastori o cualquier sevillana. Pero es que ahora sé a ciencia cierta que un día lo cumpliré.
Tengo que decir que la compañía allí me hizo los días pasaran volando. Mis amigas lo han dado todo aun siendo menos flamencas que yo. Pero la luz de mis días, como dicen allí, fue mi gitano. Tan morenito, descamisao, cantando lo que le gusta, con el sombrero y la botella de cartojal en la mano. Creo que entre lunares, me he vuelto a enamorar. Somos más iguales de lo que queremos reconocer y sinceramente, creo que Málaga, nos ha unido un poco más. Hemos compartido muchos momentos allí, desde intentar bailar una sevillana, y mira que el pobre es arrítmico y baila fatal. Hasta bañarnos en ropa interior con nuestros amigos en la playa. Y es que.. hay veces que para encontrar el norte, hay que ir hacia el sur. Y nosotros, creo, que nos hemos encontrado. O es que entre las arañas que me picaron, se encontraba el bicho del amor. No lo sé, la verdad es que las arañas se podrían haber ahorrado dejarme marcada 30 veces por todo mi cuerpo, total al gitano le tengo más visto que él te-veo y no era necesario el bicho del amor ni tener que medicarme para estar en los mundos de yupi. Aun así, ¡Quiero vivir allí !
Podría hablar y hablar de mi experiencia en la feria de Málaga... pero mi verano no solo ha sido allí. De todas formas, os lo cuento en otro momento. Es mi último sábado del verano y mi última maleta por hacer. Esta noche es mi última fiesta de este mes y pienso darlo todo. Ya os contare. ¡La verbena me espera!
Belén Triguero Guijarro
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