martes, 27 de agosto de 2019

No quedan días de verano

Venir de montar a caballo, bajar la cuesta hacia mi casa, cruzar el bar, seguir bajando cuestas hasta llegar a mi casa... Y encontrarte a tu madre tomando algo con el repollo. ¿Que qué cara se me ha quedado? Igual que la vuestra... Seguro. Cómo diría Clara, flipante. 

- Hombre ya te has dignado a venir, es llegar aquí y se vuelve salvaje - grita mi madre desde su silla.

- ¿Qué tal, Patri? - dice el repollo.

He pasado sin contestar a ninguno de los dos. Directa a por una botella de agua fría, ya que no había nada más fuerte en la nevera. 

- ¿Ves normal aparecer con esas pintas? Tenemos visita - viene mi madre corriendo detrás de mí.

Sigo ignorando sus comentarios. El día 3 de septiembre está a la vuelta de la esquina. Salgo de nuevo al jardín. Y veo al repollo en la sombra, no vaya a ser que se derrita y nos quedemos sin él.

- Estás muy muy delgada para lo que eras. ¿Has hecho régimen? La verdad es que te hacía falta. Por salud y bueno, ahora estás muy bien. ¿Qué tal las oposiciones? Me dijeron que suspendiste...

- Entonces, ¿para qué preguntas? - le respondí sin mirarle.

- Y ya veo que has venido sola... Me han dicho que has venido un par de veces con un chico... ¿Era amigo o...? 

- Era mascota. ¿Qué intentad preguntarme, repollo? - le pregunté mientras me acerco a él un poco más, para evitar que mi madre nos escuche.

- Que te ha dejado sola... O eso me ha dicho tu madre... No soy tan malo cuando todos hacemos lo mismo... Quizás el problema... No sé, seas tú. Si dejaras de comportarte como una especie de chica salvaje y fueras lo que tu madre te aconseja... Te iría mejor. Quizás él se cansó de una inmadura que solo sabe montar a caballo, y sólo piensa para ella dejando en evidencia a toda la familia...

Mis lágrimas han empezado a brotar de mis ojos de la impotencia que he sentido según iba soltando todo eso... Y claro, yo, la paciencia en persona... No he podido evitarlo.

- Ni te atrevas a nombrarlo. Ni una palabra sobre él, porque al menos ha sabido hacerme feliz el tiempo que ha estado. Ni una palabra sobre él, si no quieres que volvamos al tema de los cuatro minutos... Qué en eso, fíjate, te gana. Espero que hayas mejorado estos meses un poco... Sino pobre de ella...

- ¿Ves? Tu madre tiene toda la razón. Te quedas en eso, en ser un puta para todo el que te toca...

Ni un milisegundo ha pasado cuando su cabeza parecía la cabeza de la niña del exorcista. Me he lanzado a por él cual leona a por su presa...

- ¡Eres un hijo de puta! ¿Cómo eres capaz de hacerme tanto daño...? - he llorado mientras mi madre, me separaba de él y ella, seguía llamándome de todo... 

Ahora mismo sigo en mi habitación encerrada... Y creo que seguiré así, hasta que vuelva a Madrid...

Patricia Izquierdo Díaz


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