Y de pronto la vida te detiene, te "sienta" porque quiere hablar contigo y no le has hecho caso. Y te habla. Te recuerda cosas que tal vez habías olvidado. Y te abraza.
Y en ese abrazo te recuerda que tan sólo has venido a vivir. No a luchar, no a salvar, no a pagar ninguna deuda. Sólo a vivir.
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