jueves, 15 de agosto de 2019

...de ella

Me enamoré. Me enamoré de ella. Me enamoré de sus berrinches de niña pequeña. De su orgullo, el cual se traga muchas veces porque su amor por mí es más fuerte. De sus tormentas y huracanes. De sus demonios, cicatrices y heridas que aún sangran. Me enamoré de cómo era en su pasado y de cómo es ahora. De su fuerza y coraje. De cómo se levanta tras cada caída. Me enamoré de su humor y sus chistes malos, que aunque cueste creerlo son peores que los míos. De sus locuras, sus bailes y de cómo canta. Me enamoré de sus hoyuelos, los de encima de los labios y los del final de la espalda. De su hermosa sonrisa. De sus ojos. De como me transmiten tanto amor solo con la mirada. Me enamoré de sus manías, vicios y hábitos. De cómo se toca el pelo para estar “más guapa” frente a mí; sin darse cuenta de que esté de la manera que esté, siempre es hermosa. De lo nerviosa que se pone cada vez que la miro fijamente a los ojos. Y de cómo sonríe casi sin poder evitarlo. Me enamoré de su voz. Del sonido de su risa. Y de la voz de niña que pone cuando quiere algo. Me enamoré de su cariño y dulzura. De la manera especial en la que me trata, apoya y respeta. De su ternura acompañada por la perversión. Me enamoré de su forma de ahuyentar mis miedos e inseguridades. De cómo me hace sentir que puedo contar con ella en todo momento. De su manera de estar conmigo sin necesidad de tenerla al lado. Me enamoré de sus sueños y metas en la vida. De sus esperanzas. De su manera de ver las cosas y a las personas. Me enamoré. Me enamoré de ella.


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