Son las 2.50 de la mañana. Hacía mucho tiempo que no me sentaba frente al teclado y abría el blog. Sabes, Pati, que estoy en un mal momento. Pero llevo mucho tiempo queriendo escribirte, sin perder la tradición del blog, para darte las gracias por tus mensajes de apoyo y tu interés todo este tiempo.
Gracias por estar ahí, siempre en segundo plano como a ti te gusta, aunque para mí seas mi película favorita, la cual nunca te cansas de ver. Agradecerte el que te involucres tanto en este tema porque me haces sentir querido, protegido y apoyado por un problema que me venía muy grande. Gracias por abrir de nuevo tu corazón hacia mi, por mostrarme que aún tienes mucho amor que dar, que nadie te ha vaciado como he leído en alguna entrada, nadie puede robar todos los sentimientos a una persona que emana amor por cada poro de su piel.
Te he llamado al leer lo del accidente. Te recuerdo que me tienes aquí siempre, para lo que necesites, que sé que tu Bollo está ahí, pero... Siempre que te pueda ayudar, no dejes de contar conmigo. Por fin nos hemos puesto al día, y me he quedado con ganas de más, lo que siempre me ocurre al oír tu voz. Esta vez, tu voz era diferente, angustiada, te sientes culpable por un accidente que no ha sido culpa tuya, ya te lo ha dicho Sonia que allí estaba. Deja de culparte por las cosas que pasan en el mundo. Deja que el mundo siga y vive, Pati, por ti, solo por ti. Los que te queremos estaremos en cada caída, en cada problema, cada vez que nos necesites, pero por una vez, piensa en ti. El mundo... a veces, no se merece ser salvado, te lo digo yo, que últimamente he aprendido mucho de ello. No sirve de nada ser bueno, solo te permite estar bien con uno mismo, pero nada más. No existe un karma, no existe una justicia divina. Aquí los buenos no siempre ganan, de hecho, tienen todas las papeletas de perder.
Me alegro de que estés conociendo a alguien, que por lo que me has contado, tengo dudas respecto al tema, pero tiempo al tiempo, si tú eres feliz, es lo que me importa. Sino habrá que matarlo. Te echaba de menos, contarte, contarme, ¡nos ha faltado un café! ¡Solo! Aún tenemos mucha Navidad por delante.
Gracias por tanto amor, cariño y respeto. Gracias por hacerme sentir en Nunca Jamás, pequeña Campanilla, gracias por devolverme la sonrisa, los dolores de cabeza también, los nervios al ver tu número grabado en llamadas recientes, por las palpitaciones que sufre mi corazón cuando me cuentas las cosas con emoción, gracias por derramar tus lágrimas conmigo, sé que te cuesta llorar con la gente y que lo hagas conmigo, es una muestra de que la confianza que aún nos tenemos. Gracias, por estar ahí, y no desaparecer cuando más te necesito.
Te adora,
tu Peter Pan.
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