Querida Yo del futuro,
Te escribo desde marzo de 2015. Sí, ese mes complicado en el que cambiaron tantas cosas. Tal vez esto te suene algo exagerado y melodramático… Quizás incluso te rías al leerlo… Espero que lo hagas. Pero si haces un poco de memoria recordarás que esos primeros meses del año no fueron nada fáciles. En poco tiempo tu mundo se redujo a ruinas y te sentiste más perdida que nunca.
"Alguien me dijo que las ruinas son un regalo; las ruinas son el camino a la transformación".
Querida Yo del futuro, ríete. Y hazlo bien fuerte. Desterníllate de risa. Que los decibelios de tu carcajada sean comparables a los de Valencia en fallas. Que se te salgan las lágrimas y te dobles por la mitad.
Querida Yo del futuro, recuerda. No vivas en el pasado. Ni se te ocurra. Pero recuerda a las personas que estuvieron a tu lado cuando la vida no era de color de rosa. A las que te ayudaron a cargar con el cajón de penas y pensamientos negativos. A las que te hablaron de la transformación y te ayudaron a ver la salida.
Querida Yo del futuro, enamórate. De alguien, de algo, de la vida… pero enamórate. Que vuelvan las taquicardias y las mariposas. Siente. Yo aún no puedo. Primero tengo que ocuparme de mí misma. Tengo que aprender a sentirme bien asolas para que la compañía sea una cuestión de elección y no de necesidad.
Querida Yo del futuro, disfruta. Disfruta como solías hacerlo. No hace falta que te vayas de viaje ni que te compres unos zapatos caros. Basta con que exprimas los pequeños placeres. Hunde los pies en la arena caliente de la playa. Observa las formas que las gotas de lluvia dibujan en tu ventana. Canta a grito pelado bajo la ducha. Y que se pare el tiempo.
Querida Yo del futuro, baila. Hazlo a tu manera. Sin complejos. Como si nadie te estuviese mirando. Como si sólo estuvieseis tú y tus pensamientos, moviéndoos al son de tu corazón.
Querida Yo del futuro, rectifica. No caigas en la misma trampa. Que los errores del pasado sean lecciones para el futuro. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero tú eres mujer.
Querida Yo del futuro, ven. Y hazlo pronto. Yo no te esperaré sentada, de hecho ya he empezado a caminar hacia ti. Por el camino de la transformación. Con paso firme.
"R. aprendió a manejar ese dolor que sigue a su lado, pero cada vez más aplastado por los buenos recuerdos que construye a cada paso, supo volver a ponerse la capa de valentía y recuperar todo aquello que le hacía feliz, porque cuando algo a lo que quieres tanto lo dejas escapar es que realmente no lo querías, siempre hay que luchar y R. lo consiguió".
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