domingo, 27 de octubre de 2019

La vida cuesta

Queridos lectores, 

Vuelvo un domingo más a escribir aquí. Acabo de llegar a casa y necesitaba un momento de tranquilidad en mi despacho. Estar en silencio, poner quizás música blues de fondo y pensar. Pensar en todo lo que se me viene encima en los próximos meses.

A mi madre le han detectado una enfermedad. A mi madre. Tengo la sensación de que estas cosas pasan, pero siempre les pasan a otros. Otros son los que luchas, otros son lo que se ponen lazos rosas, otros... y otras. Pero nunca tú mismo. Y nadie está a salvo de esta enfermedad. Nadie. Ni la persona que más quiero en este mundo. Mi pilar en la tierra. Le elegiría a ella para ser mi madre, una y otra vez, si volviera a nacer. Me ha dado todo lo que he querido desde que nací, todo lo que he necesitado, inculcándome los valores que tengo, en los cuáles trabajo y sigo mejorando. Ella es la persona que me ha acompañado toda mi vida, en lo bueno, en lo malo, en lo regular, en los días donde no encontraba sentido a las cosas que tenía a mi alrededor... Ella siempre ha estado ahí. 

Vamos a luchar, porque tú eres así, luchadora, ambiciosa, una empresaria de éxito, una madre subliminal, una abuela inmejorable. Y te vamos a devolver todo el amor que nos has dado desde que nacimos. Todo, multiplicado por cien. Quizás es hora de volver a Valencia, de celebrar cada momento aunque sea insignificante, de apreciar lo que tenemos y a quien tenemos a nuestro lado... Y de eso, os quiero hablar.

Hoy hemos sabido la noticia en la comida familiar de cada domingo. El silencio se ha hecho protagonista. Y mi cabeza quería huir de ese momento, es decir, borrarlo. Volver a cinco minutos antes, donde la vida era de colores. Cinco minutos... Y los colores se han borrado. Mi mundo se ha caído y se ha hecho pedazos. Tras la comida, me he levantado y la he escrito a ella. Mi Campanilla. Hemos estado en casa. Me he roto, tan roto como solo puedo mostrarme con ella. Me he fijado en su cara, estaba impresionada, no sabía qué hacer, y no ha dicho nada... Sólo me ha abrazado, me ha acunado, me ha tumbado en su hombro y ha dejado que me rompiera, que tocara fondo, que volcara toda su tristeza en lo que es mi hogar. Y es algo que no puedo cambiar, mi hogar es ella. 

Quiero darte las gracias, por estar ahí, cariño. Por estar cuando te necesito y cuando no, por estar en este día donde solo quiero huir y gritarle al mundo, "¿por qué a ella? ¿Por qué a nosotros?". La vida es muy injusta, lo sabía por Campanilla, ahora lo sufro yo. La vida muchas veces cuesta, pero se lleva de otra manera teniendo a personas que te acunan, te protegen, te abrazan, te besan y te demuestran que están ahí sin decir apenas palabras. Pati, agradezco que tus palabras no hayan sido "todo saldrá bien" puesto que no lo sabemos, te agradezco que te hayas hundido conmigo y me hayas esperado para sacarme a flote. Que me mires con esos ojos, que pocas veces muestras el amor que tienes dentro por tu escudo de chica de hielo... Hoy nos hemos desnudado los dos, más desnudos que cuando te quedas sin ropa. Y te doy las gracias porque esa mirada no haya sido de compasión.

Siento acudir a ti con todo lo que tienes, pero eres la primera persona que ha pasado por mi cabeza y sólo quería contártelo a ti. Después de escribir esto, empezaré a informar a la gente, a los más allegados, supongo. Sé que no necesito pedírtelo, te conozco, y estarás ahí, en la sombra, en un segundo plano, como te gusta a ti... Pero no me abandones ahora, por favor, no me dejes solo en esto, que aún no sé ni por dónde empezar. Te necesito más que nunca, a ti, solo a ti. Por favor... 

Esta noche no tendría que haber vuelto a Gran Vía, tendría que haberme quedado contigo, pero sé lo que tienes, sé a qué estás atada, sé que eres la persona más responsable que conozco y estás ahí hasta para quien no se merece nada. Pero no descarto que esta noche vuele hacia tus brazos, es el único sitio en el que quiero estar. Contigo. Me siento pequeño, me siendo inútil, me siento perdido... 

Pondré un rato un poco de música, pero tengo las llaves de Leganés en mis manos. Y sé dónde quiero estar... 

Peter Pan


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