Gracias a ti aprendí que sin ti, puedo. Que cuento conmigo. Que yo soy mi pilar más importante. Que no existe palabra ni voz ni voto que pueda derrumbarme si tengo claro quién soy. Aprendí también que tengo derecho a equivocarme y esos tropiezos son fuente de sabiduría, si me permito sanar la perspectiva y dejar de lado el rencor. Sin ti, sí pude, porque me tengo
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