No te conformes nunca con menos de lo que mereces. Y no olvides jamás que lo mereces todo.
Este es un mensaje que quiero hacer llegar a mi amiga Silvia... Desde hace cuatro años, es uno de mis pilares en la vida. No escribo mucho de ella porque le gusta pasar desapercibida pero, te quiero, y me apetecía escribir algo de nosotras.
Tenemos los mismo objetivos en la vida. Somos muy iguales en ese sentido. Buscamos lo mismo, luchamos por nuestros sueños y no paramos hasta que los cumplimos. Como personas somos muy diferentes, de hecho, totalmente opuestas. Ella es educada, correcta, dulce, delicada e inocente. Y yo soy todo lo contrario. ¡Un cactus! Ella es la que ejerce de hermana mayor muchas veces, la que me aconseja, la que hace que decida por mí, eligiéndome a mí primero... Es la que intenta ponerse en mi lugar y valora todas las opciones posibles que hay. Siempre desde ese punto tan bonito que tiene en el corazón. Ella cree en la gente, aún cree que hay gente buena. Aún piensa que siempre un por qué detrás de los actos equivocados que comenten las personas, incluso aquellas que lo hacen intencionadamente. Y lo que me revienta, y mucho, es que se la pueda tomar por tonta. No lo es. Es una de las personas más inteligentes que conozco.
Que sea educada, que no te grite, que no te insulte, que no te conteste borde como es mi caso, no quiere decir que sea estúpida, seguramente te dé mil vueltas, y es más, seguramente piense que tendrás tus razones para tomarla el pelo. Esa parte de ella es la que más me gusta, me encanta aprender de su carácter y que se me pegue un poco ya de paso. Para mí, se merece todo lo mejor, y lo mejor es todo. Porque ella es así, ella te va a dar todo y más, porque cuando la invitas a tu vida, ella se involucra y da el 200 por cien, y es parte de su magia.
Me joraba mucho la gente que utiliza la "amabilidad" como lo hacía el motero. Que la caga con todo el equipo, y se piensa que poniendo comentarios al estilo "Romeo" va a conquistarla... Que se piensa que con esa "amabilidad" mal entendida, todo está hecho. Pues no... No está hecho nada...
Dejar de ser amable con las chicas... Hay algunas, que tenemos cerebro. Ese cerebro funciona, os lo aseguro, claro que para vosotros es complicado entenderlo (y hablo de los hombres). ¿Queréis la solución? ¡Venga, una pista! Querer bien, no mucho, sino bien. Repetirlo hasta interiorizarlo. Dejar de querer ser Romeo y empezar a ser adultos, dejaros de flores, de mensajes, de detalles absurdos que pierden importancia y valor si no eres capaz de sentarte a tener una conversación sincera. Porque, y en este caso, hablo de Silvia... Ella es sincera, a pesar de ser impecable cuando habla, es sincera en cada paso que da, en cada palabra... ¡Qué mínimo que reciba lo que da! Alguien me podría responder, más vale tarde que nunca... Depende. Depende del tema, de la importancia, de todo. No tengo autorización de ella a contaros nada. Pero sé de lo que hablo. Hay personas que tienen las prioridades un poco descolocadas, que tienen un caos de vida, y que el proceso de querer bien no lo llevan... Y se agarran a eso, a lo fácil, al mensaje bonito, al detalle fácil que a todas nos gusta, y ya está... Es algo así como ir... a confesarte a la iglesia. Me rezo lo que me digan y cuentakilómetros a cero. No es así. Al menos no con una persona que es más adulta, más madura y más inteligente que la media de los hombres...
Esto lo escribo, porque lo he vivido yo. Tomaduras de pelo, que elijan por ti sin dejarte escoger, que sean tan buenos y tan amables que piensen que son los más detallistas del universo. Eso valdrá para muchas, sobre todo las chicas que están con las defensas bajas. Supongo que todas hemos vivido una historia con algún "amable", estoy segurísima, y también sé que se ve mejor desde fuera, que cuando estás en medio de la plaza y ves al toro de frente. Yo estuve con el toro hace unos meses, y no vi nada... Silvia estuvo a mi lado, esperando que me chocara contra la pared, porque como os digo, es de las personas que respeta tus decisiones, y te dice "tú misma, decide, y adelante", y te recoge tras el golpe sin un "te lo dije".
Voy a decirte lo mismo que tú me dijiste hace unos meses... "que mi opinión ni la de nadie te influya, yo te voy a escuchar, seguramente a opinar porque no sé callarme, pero voy a estar siempre de tu parte, elijas lo que elijas... tanto si sale bien como si no, porque te quiero, porque eres mi amiga, y de eso va la amistad, de estar. Y yo... Estoy contigo".
Patri Izquierdo Díaz
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