Llego a casa corriendo con el único propósito de quitarme el sujetador. Día caótico de reuniones y llamadas. Y yo soñando con ponerme una copa de vino. Tacones fuera, sujetador fuera y vino servido. Ahora sí, cojo el teléfono y le llamo. Necesito desahogarme.
Sofía: ¿Qué tal el día bella?
– Blanca: Estaba deseando hablar contigo. No aprendo Sofía. Estaba viendo fotos y de repente he leído una cosa que me ha hecho pensar. Creo que le dice lo mismo a todas. Que nos dice lo mismo a todos. A todas.
– Sofía: ¿Y qué pensabas? ¿Que tú eras especial? No tenéis nada.
Cortar y pegar no va conmigo. Es inherente al ser humano querer sentirse especial. Llámalo ego, llámalo necesidad de aferrarse a algo. Pero yo no hablo de eso. Nunca entendí que haya gente que no tienen un espacio para cada persona que hay en su vida. Si delante de ti pasan cien personas y a las cien les dices que te gusta su ropa, permíteme que piense que no tienes ningún criterio. Pues eso, cortar y pegar no va conmigo.
Hace tiempo decidí huir de mentiras absurdas. Me aburría que en la baraja de cartas te pudiera valer cualquiera. No es cuestión de querer ser única, es cuestión de que todos somos diferentes. Y fíjate que no digo especiales. Porque como leí hace poco: La bonito de la vida llega cuando te das cuenta de que no eres especial, porque todo el mundo lo es.
A todas nos dices lo mismo, así que es mejor marcharse. Porque yo hablo de ser diferentes. Yo hablo de que tengamos un código que nos recuerde a nosotros, no que nos recuerde a cualquiera. Yo hablo de ser claros. Yo hablo de que para un segundo no te valga cualquiera. Porque en un segundo una chispa de gas hace saltar todo por los aires. Yo hablo de que lo que me digas a mi, no te funcione con otras. Eso me hace sentir estúpida. Yo hablo de que lo mío es mío y lo de ellas es de ellas. Yo hablo de que para cada persona hay que tener un espacio. Yo hablo de que puedes tener mil partidas empezadas, pero no en mi mismo juego. Yo hablo de que, para que prenda, no me vale una bombona a medio gas. Yo hablo de que lo que me digas a mí, no me vale si se lo dices a todas…
No quiero ser especial para ti.
Quiero que seamos diferentes.
Que seamos eso que no tiene nombre, pero que no se repite.
Que cuando digas nuestras palabras secretas, solo a mi se me estremezca el cuerpo.
No quiero que lo mío se lo digas a todas.
Porque si vas a jugar con todas al mismo juego, yo abandono esta partida…
El alma en los labios
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