¿Cómo meter un hogar y una vida en 46 metros cuadrados?
Para alguna gente quizá parezcan pocos.
Colores blancos y negros, casi como nuestra piel. Una cocina que tiene luz con la lámpara apagada cuando preparamos algo juntos en ella. Aunque algunas veces no sepa demasiado bien.
Un salón que se ruboriza de las veces que nos ha visto besarnos en su sofá. Entre serie y serie.
El dormitorio y su cama grande donde compartir lecturas y amor. Sin marcapáginas y en todas sus formas y vertientes.
Lo hemos convertido en hogar. Con sus risas, con sus riñas. Con su calor.
Lo hemos convertido en hogar. Con sus risas, con sus riñas. Con su calor.
Y eso no se mide en metros. Se mide en miradas. En momentos de puro amor. Y hasta los días malos nadie se quiere marchar.
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