martes, 16 de abril de 2019

El poeta más grande del mundo

Hoy es 13 de noviembre de 2014. Ayer murió mi tío Evelio, el hermano mayor de mi madre. Mi tío padecía una discapacidad mental moderada causada por una meningitis que sufrió con cinco años. Convivió con esa afectación durante ochenta años más. Algo que a priori pudo parecer una desgracia fue, en algunos sentidos, una bendición, porque debido a su discapacidad mi querido tío tuvo un rasgo extraordinario que lo definía por encima de ningún otro: no conocía la maldad. No voy a decir que posiblemente fuera la persona más buena que he conocido, aquí no había probabilidad que valga, lo era definitivamente y no es un tópico dicho ahora que doblan las campanas. Simplemente, la maldad no formó parte de su vida. Él era amor y luz bonhomía y ternura por los cuatro costados.    

Mi tío nunca tuvo pareja hasta que en 2004, con 74 años, conoció a  Emilia en la residencia donde ambos vivían. Se trataba de una mujer con graves problemas de visión, viuda desde hacía unos años. Lo que en un principio podría parecer un handicap para ambos por sus condiciones se convirtió en la más increíble historia de amor que jamás haya visto. Por  aquel entonces, mi madre me contó que Emilia aseguraba que nunca había recibido tanto amor como ahora que había conocido a Evelio. Él la cuidaba, la guiaba agarraditos del brazo en los paseos, le daba besitos y la acariciaba con la más profunda ternura. Sus ojos de viejo brillaban como los ojitos de un cachorro que estrena el mundo. Era conmovedor. De este modo mi tío daba por segunda vez una lección gigante al mundo: lo extraordinario, hoy y cualquier día, puede suceder. Conviene no olvidarlo.

Para mí la poesía siempre ha consistido en contar todo lo que acontece (las cosas normales, el día a día, los amores y desamores, un pensamiento, los deseos, cualquier cosa que pueda suceder) de un modo extraordinario, convertir cualquier hecho cotidiano en algo mágico a través de la mirada del poeta. Por eso estoy en condiciones de decir que mi tío Evelio es el mayor poeta que nunca he conocido y nunca conoceré, por su capacidad de saltarse los muros de la lógica y vivir muy por encima de ella. Creo que sobran los motivos para que me permitáis que haya comenzado con este homenaje y para que dedique este libro a su memoria. Nunca hubo nadie con tanta luz, y la poesía no es más que eso, un hecho extraordinario, el idioma de la luz.



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