Rompe contigo y volvéis. Rompes tú y volvéis. No importa lo insostenible que parezca la situación porque termináis volviendo una y otra vez en un bucle que parece eterno. El aura de tragedia, de inevitabilidad, encaja en ese ideal romántico de las relaciones que las películas han inoculado en vuestras cabezas, así que seguís enganchados. Y no estáis solos. Según una encuesta llevada a cabo por la Universidad de Missouri, hasta el 60% de las personas ha experimentado una relación intermitente alguna vez en su vida. Pero esa inestabilidad tiene, según un nuevo estudio, un enorme impacto en nuestra salud mental.
Los investigadores del estudio, publicado en la revista Family Relations, analizaron las relaciones de 545 participantes —repartidos entre heterosexuales y homosexuales— para desvelar una posible conexión entre la intermitencia sentimental y diversas patologías mentales como la depresión o la ansiedad. Así, y según apunta el propio estudio, descubrieron que “los patrones de ruptura y reconciliación se relacionaron con un aumento de los síntomas de angustia psicológica, lo que indica que la acumulación de transiciones puede generar agitación adicional para las personas”
Además, los investigadores revelaron también que este tipo de relaciones tóxicas, dramáticas y abocadas al fracaso sufren mayores tasas de abuso emocional, menores niveles de compromiso y peor comunicación que las relaciones estables. Razones por las cuales los autores del estudio sugieren actuar contra estas relaciones de encendido y apagado cíclico forzando una estabilización real o una ruptura permanente. En esa misma línea habla el experto en relaciones James Preece en Independent, que invita a extinguir estas relaciones “porque tu salud es más importante que pasar tiempo con alguien que te hace infeliz“.
Según cuenta Preece, “las relaciones intermitentes ocurren normalmente cuando uno de los miembros de la pareja está menos comprometido que el otro”. El más comprometido padece entonces la intranquilidad y ansiedad como forma de vida y crece dentro de él una gran inseguridad. “Se pregunta por qué no son lo suficientemente buenos como para mantener el interés de su pareja”, apunta Preece. La única razón por la cual soportan ese “ahora sí, ahora no” permanente que les está robando la energía y la salud es que no quieren arriesgarse a perder a la otra persona. Pero comprobado está que no merece la pena el esfuerzo.
El alma en los labios
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