Deberías vernos galopar por las calles de la tarde,
enamorados como tontos, imbéciles de amor,
tanto que si no fuéramos nosotros,
también yo pensaría que nos merecemos una paliza
cada vez que nos viera pasar.
Le echaría la culpa al dios de los poetas
por permitir a dos hacerse poesía en plena calle,
¡como si nada!
Esos somos nosotros. Ella y yo.
Seremos.
Llevo encima tres besos de más y me están subiendo demasiado,
tanto que estoy pensando en decirle que se venga,
que se venga para siempre, sin paraguas ni botones,
que se venga a matar a todos los poetas
que tengan en la frente un minuto de cordura,
a matar a todos los amantes que piensen
que pueden salir intactos de una historia de amor,
matar a quienes te besen con precaución,
a quienes se toquen con guantes,
a todos aquellos que sigan las santas leyes del recato.
Y todos dirán
ahí vienen dos que se aman, dos que van a ser libro,
que van a escribirse palmo a palmo, en verso a toda plana.
Y al escribirnos tendremos quinientas páginas de lo nuestro
para lanzarlas desde lo alto del mundo
y que vuelen esperanzas de papel por toda la ciudad.
Dos más uno es el hijo que aun no tenemos.
Creo que lo llamaremos Horizonte
para que cuando lo miremos nos recuerde
que el amor es un paisaje y ese niño su constatación.
Contaremos juntos que el amor
es el único deporte en el que hay que empatar,
el amor es un pasillo sin muros.
Que el amor es la gota, el río, la desembocadura y todo el mar,
desde la lágrima hasta el océano.
Faltará aliento para decirnos tanto pero no imaginación.
Inventaremos un nuevo modo de sentirnos
y un curso de mecanografía
para escribir sin faltas los sueños que inventamos
y con un anillo de sueños cumplidos
le arrancaremos la primera sílaba a la palabra despedida.
Y nuestro amor caerá
como una guillotina
sobre los matrimonios de conveniencia,
sobre las parejas cuyo único fuego sea cruz
sobre las parejas cuyo único fuego sea cruzado
y haremos montoncitos con los segundos que nos sobran
para regalárselos al padre
que nunca tenga tiempo para su hijo.
Seremos tan imprudentes como el amor nos exija,
Seremos los portavoces de nuestra propia revolución,
y nos crecerán manzanos en los ojos
y flores por dentro
y por respeto al hombre dejaremos atados a un palo
a todos los que un día maltrataron animales.
Y diremos yo quiero ir a la guerra, para pararla,
yo quiero ir a tu risa, para mojarme,
yo quiero inventar un nuevo tiempo verbal en tus caderas
una acción que nunca termine.
Y un curso intensivo donde expliquen
cómo quitarnos la ropa y el dolor.
Un curso intensivo donde expliquen
el número de abrazos que caben en mi coche.
y una ambulancia por si se desploma la pasión
y una manifestación para llenarla de hombres buenos
que piensen que la belleza es un bien universal
y la empatía el camino más corto a la justicia.
Y le daremos una flor a todos tos señores que tengan cara de cuaderno
y seis noches de sexo a los maridos abandonados
y urnas llenas de esperanza a la población de los suburbios
y borraremos la sonrisa a todos esos gobernantes fabricados en serie
para que sepan qué se siente
cuando la democracia está a punto de correrse.
Y sí, sentir deprisa pero querer despacio,
y vivir por un rato como en las redes sociales
y así poder hacerle unfollow a las tardes en las que faltes,
hacerle unfollow a las esperanzas defraudadas,
al ministro y sus despidos,
a los que piensen que una mujer
es solo un modo de llegar hasta el orgasmo,
a los que necesitan mentir para que los recuerden,
a ese dios que nunca te devuelve la llamada.
Unfollow a los que critican para reducir et tamaño de su fracaso,
a los que les echan la culpa de todo a los políticos,
a los que no les echan la culpa de nada a los políticos,
a los hijos de puta que te perdonan cualquier cosa
menos tu felicidad.
Esos seremos nosotros.
Lo somos desde hace un libro.
Tranquilo, que ya llega, ya puedes vernos,
entrando con paso triunfal por la avenida,
ya puedes vernos, ya casi estamos,
como esos días de luz que preceden a la primavera
aunque sea febrero y el calendario se empeñe en desmentirlo.
Esos días somos nosotros,
el calor que llega,
el anuncio de la vida,
míranos,
que ya llegamos,
llevamos tiempo así.
¿No lo ves?
La felicidad también es un lugar.
Somos nosotros.
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