En una ocasión el pequeño David Summers le mostró a su padre un pequeño Bambi idéntico al que había visto en un libro de Walt Disney que creyó que iba a ser el orgullo de su padre por lo logrado que estaba. La sorpresa fue que en cuanto llegó, este lo agarró y lo tiró a la papelera: "Para ese Bambi prefiero el de Disney, lo hace mejor".
No le servía por muy bien dibujando que estuviera. No era suyo, no era original. Tenía solo seis años, le pareció cruel la reacción de su padre, pero jamás olvidó el mensaje: No imitar a nadie.
Javier León Herrera
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