A veces cometemos el error de hacer grandes los pequeños problemas. De asustarnos antes de tiempo. De anticiparnos y pasarlo mal con sólo pensar e imaginar algo que, en la mayoría de los casos, termina por no suceder. Lo peor es que luego, a la hora de imaginar ilusiones y sueños, llegamos a ver hasta más difícil de lo que en realidad es.
Un consejo: fíate más de tu imaginación para lo bueno y no tanto para lo malo.
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