domingo, 26 de julio de 2020

Cristina

Hoy me han aconsejado de que no debería depender tanto de mis amigos. No es dependencia lo que siento por ellos, ¡qué equivocado estás! Es la seguridad de andar por terreno pantanoso y saber que aunque lo hagas fatal, siempre vas a tener la seguridad de tener una mano que te ayude. De que alguien vele por ti y te mire de reojo aun sabiendo que te vas a pegar la hostia de tu vida. Pero que jamás estarás solo. Y para mí, es el mejor regalo que tengo.

Este comentario me ha hecho reflexionar y mirarla. A ella. Lleva conmigo desde los tres años, con nuestros altibajos por supuesto, ninguna relación del tipo que sea es idílica. Pero ella tiene la magia que busco en las personas que están a mi lado y que yo considero que vale la pena darlo todo por cada uno de ellos. Y quien no entienda esto, es que está muy solo.

Ella me ha acompañado en tantas cosas que prácticamente es imposible enumerar cada uno de ellas. Pero echo la vista atrás, y siempre está. En lo bueno, en lo regular y por supuesto en lo malo. Hoy hemos estado hablando de la vida, de que tocamos los treinta casi con la mano. Y la miraba mientras ella hablaba, y joder, nos queda más de media vida juntas. Son de esas personas que sabes, con absoluta certeza, que pase lo que pase, va a estar, aunque la eches, aunque no quieras, aunque ella también desaparezca, aunque necesitemos un tiempo y haya miles de kilómetros en medio. Son de las personas que me lanzaría a ella con los ojos cerrado sabiendo que hará todo lo que está en su mano para que no me haga daño.

Mis problemas son suyos, y al revés. Nos enfadamos, los discutimos, miramos las miles de opciones que tenemos, los volvemos a discutir, porque es lo que tiene la confianza, que puedes decir todo lo que quieras y saber que detrás de ello no hay más, que ahí se queda. Que la amistad está por encima de todo. Y que si te quieres dar el golpe por cabezona, adelante, yo estaré al otro lado. Y si te sale bien, estaré para celebrarlo. Ella ha estado este último año más unida a mí por las circunstancias de la vida. Sin esperar un gracias, porque los años, nos han enseñado que es así, que estamos ahí y punto. Y no es de agradecer, es una obligación y un derecho otorgado por el amor que nos tenemos de tantísimos años. Es así de simple la ecuación, y vuelvo a decir, que quien no lo entienda, tiene un problema. 

Los amigos, son la familia que se elije. Ella me vino cuando apenas sabíamos de que iba el mundo. Pero es que la elegiría mil veces más en el cole. Aunque haya días que no te soporte como tú a mí. Hemos quedado que ninguna relación es idílica, pero tiene los cimientos necesarios para que dure y dure... Confianza, respeto, cariño, dedicación y mucho, mucho amor. Te quiero, peque.



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