Si te soy sincero, tu nombre nunca me ha parecido bonito. Tampoco creo que habría pensado nunca en él para ponérselo a una posible hija en el futuro.
Pero eso sí, tengo que admitir que no existe ni una sola palabra que consiga erizarme tanto la piel como escuchar tu nombre, provocando que sienta pavor por si te veo y gatas de encontrarte a partes iguales, cual estúpido que no repara en destrozos con tal de no quedarse con las ganas.
Son sólo cinco letras, pero qué cinco letras cuando van juntas y me recuerdan a ti.
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