Hay personas con las que debería ser fácil y no lo es. Nos engañamos pensando que de verdad podría ser lo que deseamos y por ello aguantamos todo. Ojalá fuese sencillo cortar por lo sano, alejarse o alejar a alguien de nuestras vidas. Como si no fuésemos prisioneros de los sentimientos que nos ilusionan -y a veces destrozan- y tuviésemos capacidad de decisión a la hora de escoger a qué o a quién querer.
La otra persona, lo que sentimos, las circunstancias, el pasado...
Una pena que al final, en el amor, uno mismo es siempre el que menos pinta.
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