No soy perfecto, y la mitad de las veces la cago. Pero eso sí, si me ilusiono, si siento cosquillas, mariposas o nervios, voy sin chaleco antibalas y sin escudo. Salto, cierro los ojos o doy el paso, llámalo como quieras. Apuesto como me gustaría que apostasen por mí.
Así que, ya lo sabes. Aquí yo soy la constante y tú la variable.
¿Lo quieres dar todo conmigo? Te avisto que, para cualquier otra cosa, estás multiplicando por cero.
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