Tras haber pasado un par de días increíbles. Con planes que salieron... a nuestra manera, el día de ayer fue duro.
El problema es el proceso en el que estamos: conocernos. Y así fue, vio a la Patri más dura y "brava" como diría él, quemada, abrasada, dolida, acabada y hundida que él no conocía porque es una de las partes de mí que guardo siempre en casa. No sé muy bien cómo explicarlo. Pero lo voy a intentar. Llegar a casa para mí, es uno de los momentos más duros del día, y poca gente sabe el significado de "duro" en este caso. Es una lucha diaria en la que a veces, simplemente pierdes por falta de ganas, y te metes directamente en la cama con un estado de ánimo... variable. Ayer, volví a bajar a la calle, y el corazón me iba a mil, las lágrimas las sostenía tras mis gafas de sol y apretando mis labios, aguanté toda la bofetada sin manos que llevaba en ese momento, sola y en silencio, como siempre. WonderWoman al poder, ¿no?
Mi mejor amigo que es lo más bonito que tengo en mi vida. Solo con un mensaje, un estado o falta de él, un "hola", sabía que algo había pasado. Clara, Sonia, Ana, Dani, Cris... No sé qué he podido hacer en la vida para teneros siempre. Para hacer un hueco en vuestras vidas y estar pendientes de lo que está pasando, de si estoy bien, de si como o de ponerme las pilas si es necesario. Sois la base de mi felicidad, de todo lo que soy, porque formáis mis pilares hasta en los días más grises. Que os quiero en mi vida hasta mi último día, es obvio, y las obviedades no se comentan, pero verbalizar los sentimientos es necesario y que os quiero, es un hecho.
Con Javi, ayer, fue intensa la cosa. Creo que vio una parte de mi que por supuesto intuía pero que no había "sufrido", y es un cabreo monumental por gente infantil que es algo que no soporto (sea quien sea). Tengo tanta mierda dentro de mi que mi cuerpo solo reacciona a un sentimiento, si estoy enfadada, lo estoy con el mundo y si tengo razón y miles de argumento para llevarla, no me va a cambiar de opinión ni el papa en su papamóvil. Es una realidad. Y si sigues tocándome las palmas, salgo a bailar y quizás acabamos mal. Es parte de mi carácter, es más bien un pronto. Que no es justificable, pero siempre he pensado que más vale que el otro esté mal que yo, haciéndome bola con algo que me molesta. Creo que le dejé demostrado qué pasa cuando hay un enfado, cómo cambio, como mi cuerpo se vuelve rígido ante un abrazo o un beso y como marco las distancias con cualquier ser humano. Es ponerte el escudo y decir, no, por aquí no pasa ni Dios bendito.
El escudo al fin y al cabo es un arma destructora, te enfría hasta congelarte, y recordemos que el hielo quema, abrasa. Anula los sentimientos por cualquiera y eres capaz de herir y ser un huracán que destruye todo a su paso. Te deja sin aire, anula al cerebro y tu agilidad mental es usada siempre para derrotar al otro. Ese escudo es malo, pero es inevitable tenerle cuando has sufrido tanto. A todo esto, Javi se quedó. En el fondo, creo que me entiende porque tenemos caracteres bastante parecidos. Incluso, anoche en el coche, la distancia que marqué sentándome en un extremo del asiento era palpable. Por primera vez, no me sentí incómoda al sentarme enfrente de él cenando, ya que me suele gustar que se quede al lado.
No creo que deba pedir perdón por lo de ayer, es más, habrá más momentos así porque va en mi, porque esa soy yo. Un volcán como dice él, y los volcanes destruyen todo a su paso, sino que se lo pregunten a la ciudad de Pompeya.
Ayer cuando llegué a casa, me dio miedo de que Javi desapareciera. Que al verme a mi así, quizás por una tontería, lo pensara mejor. Pero no voy a cambiar por nadie, puedo mejorar, pero no cambiar. Soy de las que creo que la gente cambia, mejora, prueba otras alternativas, pero las bases de tu educación y de tu carácter son las mismas.
Hubo un momento en el coche que él no apreció, cuando me susurró que no me fuera a ningún lado y que no le dejara porque vendría a buscarme a cualquier sitio. Me reí, pero después lo pensé, y casi me abrí, casi dejé verme desnuda de manera metafóricamente. Esas palabras me escuecen y no sé por qué. Bueno, sí, lo sé. Porque ya se fueron, ya me abandonaron cuando más necesité a una persona, porque ya me mataron en vida, porque toqué fondo, el fondo que jamás pensé que existiría... Y gracias a mis amigos, volví a la superficie. Cuando escuché a Javi susurrarme eso... Me dio un escalofrío, y pensé "ojalá sea así". Y sentí miedo, porque vuelvo a sentir, porque... a mi ritmo, le estoy haciendo un hueco. Porque voy más despacio que él en cuestión de verbalizar lo que siento (que no quiere decir que no sienta), porque la coraza va apartándose, no desaparece aún, no, pero si va poco a poco dejando que Javi entre. ¿Sabéis? Puede con mis miedos. Estar con él anula mis miedos y hace que piense en una boda mirando al mar, le veo siendo el padre de mis hijos y haciendo planes. Y eso, a solas, me da miedo. Es una continúa espera a que se lo piense mejor y me diga que no le compensa estar conmigo.
Él me demuestra todo lo contrario, lo hace en hechos y palabras y por ello, me siento muy afortunada. Y por ello, sigo ahí, y por ello, me estoy dando una oportunidad. No por él, que también, pero yo merezco ser feliz, y él lo hace posible. La vuelta a casa, solo tiene una solución... Es un problema que ni yo misma puedo solucionar. Es un problema con el que seguiré luchando hasta que consiga cruzar la puerta de casa sin posibilidad de retorno. Y sé que cuento con los míos, y con Javi. Sé que estoy construyendo mi nueva vida, que me va a costar más que a los demás, pero nunca he tenido nada fácil, ni lo quiero, sino no me hubieran apodado WonderWoman. Solo hay días que el mundo te come a ti, que te gustaría estar en la cama mirando al techo, pero ya tengo planes para esta tarde, porque conmigo nada ni nadie pueden.
Y sí, volveré a casa esta noche. Y sí, lloraré a escondidas, y abrazaré los cojines, meteré la cabeza en la almohada y berrearé como una niña pequeña a causa de lo único que me hace llorar, de impotencia. Vaciaré todo lo que llevo dentro, y mañana, volveré a empezar. Subiré mi mejor sonrisa a Instagram y nadie sabrá que se esconde tras ella.
Patri Izquierdo Díaz