lunes, 14 de septiembre de 2020

Macarra 3.0.

¡Viernes! Por fin, el chico de los audios, ¡que no paraba de hablarme con audios! Con ese deje macarra, malote que me pierde. Solo por la voz tenía prácticamente todos los puntos a su favor. En teoría, es el número 26 de Pof, pero hemos llegado al acuerdo que como cruzamos seis palabras en los chat de la aplicación y que somos más de Instagram.

El viernes cunado llegué a Nassica, pensé, ¡qué ganas tengo de conocerle!, va a ser raro, es con el que más he hablado de los veintiséis. Es diferente. Tira tanto de mí como yo de él en la misma dirección, no sé explicarlo, desde el inicio, es diferente. Durante la primera Coca Cola Zero, miraba más de la cuenta el reloj, el alrededor... En ese momento, sutilmente, escribí a mi amigo Dani... "Creo que no" (o algo así le puse). Mis "ilusiones" se iban apagando mientras pensaba... "uno que parecía... pero que tampoco". 

Otro coca cola, y la conversación seguía pero... Después, en la cena del Vips, fue donde me sentí más cómoda, y en el parking, donde nos quedamos hablando en mi coche un "rato" más. Supongo que mis historias de "bullying" en el cole le gustó, o no sé en qué estaría pensando cuando me besó. Besa bien, de hecho sus labios me encantan. Hay cosas que dejaré para mí, para nosotros, pero os aseguro que tuvimos un empiece de sábado curioso... Llegué a casa a las diez de la mañana después de un buen desayuno, sin gota de sueño y pensando en todo los momentos de la cita (me río al pensar que perdimos un coche, bueno, es igual, ¡seguimos!). 

Confirmo que es un chico que sabe de mil cosas, con unas creencias tan marcadas como su personalidad, tan duro como débil ante algunos temas que le remueven. En el fondo es una caja de sentimientos, ya que vive cada conversación, habla con cerebro y corazón a la vez, y tiene muy claro sus prioridades, objetivos y qué quiere en la vida... Y lo que más me llamó la atención, qué caminos escoge como correctos para alcanzarlo (dice mucho de una persona). Estaría hablando con él horas (y no solo por su voz), porque no es una persona vacía, ¡qué va! Es un chico con historia, con experiencia, con un camino recorrido que pocos han pasado ni vivido, y eso solo te da aprendizaje y rodaje. Y simplemente me sale hablar con él, de todo y de todos. 

El sábado salió quedar, y no me lo pensé, quedé. Hay algo raro en mí que me impulsa a querer pasar más tiempo con él y a la vez, me da pánico, pero siento que estoy ante una piscina con agua, que si me lanzo él estará para recogerme, y así me lo ha demostrado en 72 horas. El sábado volvimos a vivir una noche donde la conversación no faltaba, ni los besos, ni otras cosas... El sábado pude ver una parte vulnerable del macarra que aparenta ser. Le vi persona, ni hombre, ni mujer, tan solo él. Le vi a él en todo su esplendor. Y no supe cómo reaccionar. Sólo le miraba, y pensaba en el miedo que me recorría el cuerpo. Le estaba mirando a él, de reojo, ¿por qué? Porque dice que ve lo que pienso a través de mi mirada, así que mientras pienso, no le miro. ¡Solucionado!

El domingo por la mañana, ¡pumba! El coche no arranca (en mi vida, la realidad siempre supera a la ficción). Era su día libre y en cualquier lugar podría haber estado mejor. Pero se quedó conmigo. Y ya podría quedarse conmigo muchos días más, porque como dice él, llega alguien especial y te cambia el chip. Y él, me lo ha cambiado o está en proceso. De nuevo ilusiones (siempre con los pies en la tierra), pero de una manera mucho más madura, más calmada y pausada, esperas que quizás... sin querer, has acertado. Y qué bonito es acertar, por mucho que algunos defiendan que la soledad es bonita, os digo yo que no, que la vida tiene más colores cuando vas de la mano de la persona correcta.

Él es el motivo de mi ausencia en las redes sociales. No es que me haya pasado nada, pero me estoy dedicando a disfrutar del momento, esos momentos en que vuelves con toda la batería del móvil porque no lo has utilizado, donde no hay cabida para fotos, donde la conversación es lo primero y sin querer, nace la confianza. Porque hay personas que vienen a cambiarnos, a desestabilizarnos, a poner un terremoto a nuestro lado, no sé, a darnos vida. La vida que en el pasado nos robaron, a terminar de reparar los trocitos que aún nos estamos pegando, y es cierto, la vida cambia, tú cambias. Sonríes, le escribes, quieres quedar, quieres un cine, una cena, quiero un parque con una laguna cualquier domingo donde solo estemos los dos, hablando sin parar, y en nuestro caso, arreglando el mundo.

Porque esos momentos no se pueden explicar. Y más en el punto de mi vida en el que me encuentro. No estoy hablando de un novio, de un chico, de una pareja... Estoy hablando de él, porque no necesito etiquetarle en ninguna categoría, simplemente me gusta que me acompañe en esta nueva etapa, donde yo soy diferente, donde por mí misma soy capaz de sonreír, de volver a disfrutar de las cosas buenas, de poder pintar mi vida de color marrón en un arco iris de colores. En el mejor momento, es cuando ha aparecido, pero no por ello quiero subirme a un unicornio y cantarle al mundo. No es necesario, y creo que para él tampoco. Eso es lo bueno, nos sobran declaraciones, palabras, canciones o detalles. Nosotros somos de hechos. Y en 72 horas, nos lo hemos demostrado.

¿Hacía dónde vamos? No me importa. ¿Qué somos? No me importa. ¿Qué quiere de mí o espera de mí? No me importa. De verdad. Solo quiero vivir el momento, ¿y el futuro? En el destino, lo siento, no hay nada escrito y si hay algo que escribir, ya lo haremos nosotros. No me planteo nada. De momento, me planteo que hoy he vuelto a quedar con él. Fin. Pero al César lo que es del César, vale mucho como persona, así que sin más dilación y con un fuerte aplauso, te digo que... ¡Bienvenido a mi vida! No sabes lo que has hecho ni que cruz te ha caído... Pero como dices tú, la parte masoquista habla, y en eso te entiendo, al fin y al cabo, no somos tan diferentes.



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