jueves, 3 de septiembre de 2020

Detrás de mis pestañas

 Toco de nuevo mi mesa de estudios en su nave mientras él arregla sus coches. Hace un año, estudiaba aquí mis oposiciones mientras no nos hablábamos porque estábamos enfadados, no recuerdo el motivo ya, la verdad. Pero sigue produciéndome la misma ternura. 

Estar en silencio o enfadados al lado de alguien, es la mayor prueba de confianza y amor que hay. Sabes que el lazo jamás se romperá. Cojo mi ordenador y me siento dirección a él. Y comienzo a teclear mis apuntes, mientras escondida bajo mis pestañas le miro como se mueve, como cambia de herramienta y como está en su mundo... ¿qué estará pensando? Y sin querer, sonrío. 

De repente, me empiezo a crear una película, la más bonita de todas. Yo trabajando aquí, y quizás unos niños haciendo deberes en la mesa junto a nosotros. Creo que es la estampa más bonita que he visto y uno de mis deseos. Como iría La Vecina Rubia, te acabas de hacer unas ilusiones que te han quedado muy bonitas. Pues sí. Es la magia de alguien que te hace sentir tanto y tan intenso.

- ¿Cómo vas? - me pregunta tras una hora de estudio - ¿Has conseguido centrarte mientras me desnudabas con la mirada, se te caían la baba y las bragas? - se ríe.

- ¡Pero qué tonto eres! He estado centrada en esto, ¡ni qué fueras tan importante para estar mirándote toda la mañana. ¿Te crees una obra de arte? - cerré el ordenador de un golpe.

- No te enfades, venga, ¿te pregunto la lección? - me pregunta con ironía.

Me levanto de la silla y me siento encima de la mesa. Me coge de las rodillas intentando buscar ese punto en el que me hace cosquillas.

- ¡Para! ¡Para! - repito riéndome.

- Eres preciosa, ¿lo sabías? - me pregunta mirándome a los ojos.

- ¿De qué me sirve ser preciosa si no me quieres? 

- ¿Quién ha dicho eso? - me dice ofendido.

- No estás conmigo... ¿no? - le aclaro.

- Patri... - suspira.

- Está bien, está bien. Ya paro - mis ojos se apartan de los suyos. Para mí ha dejado de ser una broma, empieza a doler un poco, más que a doler, a molestar, a picar, a escocer.

Me mira y suspira, sin saber muy bien qué decir.

- Te quiero, ¿vale? Eso nunca lo dudes. Pero no es tan fácil - prefiero no decir nada y me encojo de hombros.

Se arrima a abrazarme. Y me besa en la cabeza. 

- ¿Te imaginas unos niños correteando por aquí? - le susurro riéndome.

- ¿Te imaginas unos niños como nosotros? Tan inaguantables - se ríe.

- Claro - le miro - Claro, que me imagino una vida contigo. Siempre lo he hecho. 

- Una niña como tú. Torpe, testaruda, sin pelos en la lengua, con un corazón enorme y una humildad que no tiene cabida en tu cuerpo... Con esos ojos tan grandes que tienes, tan inteligente y maravillosa que ni siquiera ella sepa el potencial que tiene - me deja en una nube este hombre cada vez que habla - Pero tendrá un padre que le hará saber que es la persona más increíble del mundo, hija de la misma WonderWoman, y sobre todo le haré saber que tiene el mejor ejemplo a seguir... A ti.

- ¿Y si es un niño? - pregunto más que enamorada, atontada ante la visión de crear nuestra familia.

- Con que saque algo de lo dos, será imparable. Prepárate para cuando llegue al cole, tendrás que lidiar con los de tu gremio.

- Sería bonito. Intenso, pero bonito - noto que se me ponen los pelos de punta.

- ¿Qué no es intenso entre nosotros, Patri? Llevamos diecisiete años con una intensidad que pocos lo aguantarían y que para nosotros es necesaria. Serían educados y no amables - me río ante la puntualización - Fuertes, luchadores, constantes, sabrán qué es la vida desde pequeños, pero que ellos pueden comerse el mundo solos, y sino tienen el mejor respaldo de todos, la familia. A ti y a mi. Juntos.

- Ojalá todo esto fuera verdad - el latigazo de realidad me azotó en plena cara - Tengo peluquería, tengo que irme. Los niños sabes bien cómo se crean, ¿verdad? Ahora hace falta que el padre se centre en lo que de verdad quiere y se lance a por ello. Sino nos van a salir cobardes. Y no quiero eso. 

- Serían la versión mejorada de nosotros.

- Para que hay un nosotros... Tenemos que estar tú y yo, nadie más. Absolutamente nadie más. Arregla eso, y empezaremos a criar tantos niños como quieras, pero hasta entonces, tengo mejores cosas que hacer como ir a la peluquería. Te veo mañana a la misma hora - le doy un beso en la cara y me voy.

¡Obvio que quiero esa historia! Pero no voy a empezar una casa por el tejado. Y nuestra casa es que tiene puertas, ventanas, tejas, y de todo, pero nada montado. ¡Y así es imposible tener nada! Al final con el tiempo nos pasará lo que a todos, perderemos piezas por el camino, y quizás la casa se convierta en chabola, quizás nuestra sueñe se reduzca bastante... Pero si no ponemos por parte de los dos... No dejará de ser el cuento de la lechera.




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