lunes, 7 de septiembre de 2020

Y (te) llegó Septiembre

 Pues ya ves, te llegó Septiembre.

Bueno, no te ha llegado: te ha arrasado, te ha envuelto todo en su ola de nostalgia y melancolía, en su manera de abrirte el armario para recordarte que hay ropa que debes ir sacando, y su manera de abrirte el alma para recordarte que hay cosas que debes ir guardando.

Te llegó Septiembre para que maldigas cómo los días se van haciendo más cortos, cómo cuando te levantas aún es de noche y así no hay forma de empezar bien la mañana, para que despidas con añoranza las vacaciones y para que esas canciones melódicas te hagan de repente más daño.

Te llegó Septiembre para que veas cómo se te va borrando cada vez más la marca del bikini y se te va notando más la de dentro, la que es relativamente fácil de maquillar en verano bajo la tez morena, la fiesta y la playa, pero que ante el espejo con tus ojeras perennes y tu despertador atronando cada mañana no hay forma de ocultar.

Te llegó Septiembre para decirte que has engañado al verano de lujo, pero que él sabe quién eres verdaderamente, y lo que tienes dentro.

Y vendrán los días nubosos, y los jerseys, y las pocas ganas de salir, y el verano se irá quedando a lo lejos, en un recuerdo, y cuando una mañana salgas a la calle y el viento frío te corte la cara entenderás que desapareció del todo, que una vez más se ha ido de tu vida algo que creías que iba a ser eterno, y te enfadarás con el pobre Septiembre, que es el que siempre te aguanta las resacas y los malhumores. Te enfadarás con el pobre Septiembre que es el que te quiere en las malas.

Con todo esto, solamente quiero decirte que a mí también me gustarás en Septiembre.

Que me gustaba tu bañador y tus mil poses para las fotos en la orilla, pero que también me gustará tu inmenso jersey oscuro y tu manera de hacerte un ovillo en la cama; que me gustaba tu tez morena, pero que esa blanquita en pleno invierno también tendrá su encanto; que me gustaban las noches calurosas contigo, pero que en mi sofá siempre habrá hueco para ti y si tienes frío nos arrimamos.

Nos esperan hojas secas que pisar y cafés calientes que tomar, nos esperan libros gruesos y maratones de series bajo una manta, nos esperan labios fríos y remedios para evitarlo.

Deja de sentirte mal, cariño.

Míranos. Hemos sobrevivido al verano. 

Y lo mejor es que volverá.

Volverá con su sol, con sus fiestas, con su playa. Volverá con esa vida de mentira a la que sabemos adaptarnos perfectamente, pero esta vez le engañaremos nosotros a él haciéndole pensar que le creemos.

Volverá, y comprobará con asombro que somos inmunes a sus trucos.

Volverá, y entenderá que nosotros, después de todo, nunca fuimos como él.

Nosotros nos quedamos.

En las buenas, pero también en las malas.

Como siempre hizo Septiembre.



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