Me acerco a decirte al oído. Hueles a perfume Carolina Herrera, mi favorito.
Te ríes.
Das un trago largo al tercio, y los labios se te quedan manchados de cerveza.
Los míos se mueren por limpiártelos.
Y comienza a sonar Extremoduro.
- ¿Bailas? - te pregunto.
- Mejor que tú - me respondes buscando guerra.
Estoy empezando a sentir mariposas.
Ahora te acercas tú a mi oído. Me susurras sueños.
- Esto se nos queda pequeño, llévame a Nueva York.
- Nueva York también se queda pequeño cuando me lo pides tú.
Cierras los ojos conmigo.
Mientras vuelas, yo me sonrojo.
Nos falta cerveza para celebrar tanto temblor como nos provoca el uno al otro.
Vuelves a abrirlos. Nos miramos fijamente.
Brindamos.
Se apaga todo a nuestro alrededor y, como poseídos, nos damos el beso con el que Robe se inspiró para escribir Golfa.
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