A tiene sitio en este cuento. A es una chica morena que no ha cambiado. Su alrededor, un poco: ahora brilla un poco más. Pero su cabeza sigue igual. Destaca, pero tampoco te creas que le gusta demasiado. Cuando está en casa, sigue siendo aquella niña dulce de los noventa que jugueteaba en la playa. La gente cree que no le quedan sentimientos, pero la desbordan. Le dan ganas de apagar la tele. De que el despertador no se ilumine otra mañana más, después de tanta fiesta.
El mundo habla demasiado sin saber, y eso duele demasiado. El tatuaje de su brazo izquierdo la mira en silencio.
Un día su mente está aquí y otras veces no sabe ni dónde. Pero arranca los días, intentando ser un poquito más feliz.
A escucha mucha música para olvidar cómo suenan los miedos de la calle.
Defreds
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