Ella, de piel morena y sonrisa picara. Si la miras de lejos, parece de otro país. Sangre del sur. Nunca se lo han puesto fácil, pronto la arrancaron de su ciudad para llevarla a otra menos bonita. Casi entre engaños. Es fácil engañar a una niña pequeña, eso pensaban. Su mente va muchos años por delante, desde hace demasiados. Quizá por eso algunas veces necesita aire. Por eso echaba tanto de menos una caricia de las de verdad. De las que hacen temblar delante de una ventana.
Si algo tiene especial es que, cuando quiere, quiere de verdad. No pone excusas. Lo hace todo porque quiere. Sin límites. No va a dejar escapar lo que le importa. Y si tiene que hacer esfuerzos, hará 27.000.
Cuando algo la emociona, lo lleva todo el día en la mente y en la boca. El mundo la nota feliz. Tan feliz que nadie de sus amigos quiere que cambie esa sonrisa. Ya hubo demasiados días tristes.
Hay tantos países a los que le gustaría ir con él, agarrada de la mano, que le cuesta decidir cuál es el primero. Vivir encerrados en una canción de Vanesa Martín, donde solo estéis los dos.
Al fin y al cabo, estar contenta era lo que quería. Y querer de verdad tiene todo lo necesario. Es preciosa por dentro y por fuera. Y una maravilla cuando se corre. Le tiemblan las piernas.
Ella es mi chica. Ella tiene todo lo que cualquiera querría. El mundo ya me lo puso al revés. Ahora nos falta darle juntos una vuelta. En mucho más que ochenta días.
Defreds
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