Fue en una sucursal de Correos. Una Navidad cualquiera. Estaba todo lleno. Fuera brillaba el sol, pero hacía un frío de cojones... Colas. Personas enviando postales, algunas cajas de vino. Alguna felicitación por cumplir. Y entraste tú, torpe, que casi te caes, con una caja enorme, pero no tanto como la sonrisa que llevabas. De pilla. Un hombre grita porque le ha llegado roto un paquete. Parecías frágil tú también. Delgadita, pero entera, después de tantas cosas. Demasiadas. Sonaba «Despedida» de Izal, en el hilo musical. Tus ojos, a bienvenida. Tenías el 027 de número de turno.
Y nos cruzamos la mirada, durante unos segundos, como diciendo: «Necesitamos hablar, en certificado urgente». Los dos solos y muy pronto. Y no fue una Navidad cualquiera. Dejó de hacer frío. Y cambiamos los villancicos por canciones de Andrés.
Defreds
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