Amo la lentitud de los aviones
cuando todo parece más quieto y más lejano.
Quiero inventarme el mundo,
dejar que se conforma con mis ojos.
Suelo ver las películas sin voz,
nunca obedezco órdenes de los auriculares.
Adivino en la imagen
la historia recogida en un abrazo,
los motivos del odio y la venganza,
la cicatriz que marca la piel de una familia.
Voy poniendo palabras en los labios ajenos
como se dejan huellas en la nieve.
Suelo mirar el curso de los viajes
desde la ventanilla, lentamente.
Al fondo están los barcos, las islas montañosas, las ciudades nocturnas.
Adivino sus nombres,
juego con su color para ordenar los mapas.
Voy rozando las nubes de un planeta más limpio
como se sirve un día de amor en un recuerdo.
También me gusta verte
mientras estás dormida.
Suelo pensar tus sueños, lo que tal vez sucede
bajo la luz oscura de tus ojos cerrados.
con qué cuidado eliges la ropa, los pendientes,
la sonrisa pintada en un espejo,
los tacones que mueven al andar
veinte mil pies de altura.
Lentamente contigo, como en una obsesión
formada por el aguar al cabo de los siglos,
voy poniéndole rostro al hombre que te besa,
mientras cierro los ojos para pensar mi cara
y notar el sabor de tu lápiz de labios.
Luis García Montero
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