Pasan los años y sigue sin dejar de sorprenderme la facilidad con la que te acuerdas de alguien en domingo.
Tú estás ahí, tumbado en la cama mientras esperas que el Ibuprofeno te quite la resaca, y pam, te viene a la cabeza.
Recuerdas, momentos, lo que te gustaba de esa persona...
En cierto modo es normal, porque ahogamos penas en alcohol como si beber no fuera parecido al Karma. Por la noche, a base de chupitos, copas y alguna boca que no besa igual, pero al fin y al cabo, te besa, se puede "olvidar a alguien". El problema es cuando te despiertas al día siguiente, y la resaca te recuerda con intereses lo que tanto querías olvidar. Y te rayas. Todo el puto domingo en la cama sin saber qué pensar. Por eso también los domingos son los días en los que más gilipolleces del tipo: "le he escrito" cometemos.
No me gusta los domingos. Son una especie de espera agónica al lunes mezclada con el aroma de un recuerdo que no va a volver.
Y menos aún combinados con resaca y sin ti.
Fran López Castillo
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