Y entonces, un día te acuestas y le pides
al destino una buena persona libre de
pecado, pero cuando te la topas, ya
has pasado por muchísimas personas
tóxicas.
Y desconfías.
No porque no sea buena
sino porque es demasiado buena.
Y temes, temes porque muy bien lo
dijo Saramago, "...Los peores hijos de puta
son los que menos tienen
aspecto de serlo".
Qué dilema que el amor de tu vida
venga con la misma portada
que el que te arruinó.
Camilo Ortiz Enciso
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