Aún no sé qué pasó anoche la verdad.
Cenamos como tantísimas veces, seguimos nuestras tradiciones al pie... ¿de lo que dictan las normas sociales? Nosotros no somos de normas sociales. Nuestra relación no es como las demás, nosotros no hablamos, nosotros no sabemos nada el uno del otro, no nos hace falta. Que no llamen raros, pero nosotros lo pasamos bien de otra manera y a nadie le importa. Y si hablan, ¡qué hablen! Tenemos buenos impermeables para que todo nos resbale.
No sé en qué momento de la cena me invitaste a pasear, lo que no sabía es que me llevarías corriendo en tacones por todas las calles de Madrid, recorriendo Gran Vía y Sol bajo el alumbrado navideño.
"Tú espera, vas a alucinar" me dijiste, y me subiste hasta la azotea de El Corte Inglés con los ojos tapados. Una vez allí, me enseñaste que el mundo está bajo mis pies, y que si quiero vivir en las nubes, nadie ni nada debe hacerme bajar a un mundo del que a veces apetece bajarse. Me has enseñado en una noche... la libertad. Libre de normas sociales, de horarios, de opiniones, libres... los dos, del mundo.
Nosotros no tenemos citas. No estamos juntos ni podemos estarlo nunca, pero es lo más parecido a una cita que hemos tenido. Y, ¿sabes? Me gustó. Conseguiste que viera el mundo desde otras perspectivas y a volar por mí misma. Me has enseñado a usar las alas que no sabía que tenía, y te has convertido en mi impulso. No tengo miedo a tu lado, porque tú estás más loco que yo. Porque te sale abrir las alas y planear sobre aquellas pequeñas personas que van de un lado a otro en la noche madrileña.
Eres inesperado, eres mi regalo de reyes. Hiciste de una noche protocolaria, una noche de ensueño, y compartirla contigo... ¡buah! nunca lo hubiera imaginado. Cada beso en cada esquina. Estás loco. Haces que quiera comerme el mundo y comerte a ti primero. Haces que pierda la cabeza y no me importe, que quite mis barreras, que me de igual todo. Porque el mundo es sólo nuestro. Me vuelves loca en un sentido totalmente animal. Me has hecho sonreír como hacía muchos días que no lo hacía. Una noche. Sólo una te ha hecho falta para hacerme levitar, para hacerme sentir segura, para reconstruir aquello que otros rompieron. Dime si no eres un milagro, si no eres mi ángel esperado.
Pero ya sabemos la respuesta a eso.
Patricia Izquierdo Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.