Mañana es un día especial. Me presento por primera vez a las oposiciones de profesora de infantil. A estas horas ya estoy un poco bastante alterada. Y me he encerrado en mí misma. No quiero saber absolutamente nada de nadie.
Aunque tengo un pesado que me regala chocolate para luego decir que mi culo está en expansión, que me hace la mochila para mañana y me mete regalices y una manzana para el descanso. Que está pendiente de los bolígrafos que llevo y me da voces mientras me dice... ¡uno más por si acaso! Bollito... hoy estoy un ñoña... Necesitaba mimitos y tú me los das como hacemos siempre, a voces, y pegándonos. ¡No me dejas llorar tranquila! Porque eso es de niñas. Pero es que te quiero tanto. ¿Cómo te voy a agradecer en esta vida todo lo que haces por mi? Pocas veces te lo digo en persona, creo que nunca... Pero te quiero por estar siempre, siempre a mi lado.
Por llenarme la cabeza de consejos que sabes que no te haré caso, a veces, pienso que eres más un padre que un amigo. Por no dejar de repetirme, te estás chocando contra una pared y ¡encima vas y aceleras, Patri! Por estar pendiente de todo, por sacar tiempo de debajo de las piedras. Por hacerme sentir que me adoras cada día. Qué suerte tiene ella... Qué suerte tengo yo de tener el mejor amigo del mundo mundial.
Esta vez no es como las otras donde siempre digo voy a suspender... Y apruebo, sé que llevas años escuchando eso, y haciéndome ver que apruebo y con nota. También me gusta verte orgulloso de mí. Diciéndoselo a todo el mundo. ¡Qué bocazas eres! Gracias por estar ahí siempre, solo espero que cuando suspenda, estés ahí y sienta que no te he defraudado. Gracias por venir a recogerme, por cuidarme tanto, es que no sé qué haría sin ti, si te has convertido más que en mi familia. Ojalá encuentre a alguien algún día, que me haga sentir tan única como me haces sentir. Que me haga ver que tenemos una relación especial y sólo de nosotros. De momento, tengo un novio postizo maravilloso, ¿a qué sí? Un bollito relleno de amor.
Me voy a ir a dormir, que las 6.30 llegan pronto, aunque dudo que pegue ojo. Mañana te veo, y gracias, gracias, gracias por llegar un día a mi vida y quedarte. Quedarte para no irte.
¡Ah! Y gracias por conocer al motero, sé que te resistías un pelín, y sé que piensas que me estoy equivocando. También sé que si falla... no le pegues, ¿eh?
P.D. Espero que no se te haya olvidado nada de meterme en la mochila. A mi se me ha olvidado decirte lo que te quiero.
Patricia Izquierdo Díaz
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