Todavía recuerdo un pase al hueco de Mostovoi en Balaídos. Y un chico de Moaña que entró en el cincuenta y nueve para subirnos un poco de los infiernos. He visto goles que hacían volar un estadio. Amigos que se abrazaban como si no hubiera un mañana.
He sentido besos que suben al marcador. De los que repetirías mil veces. La primera vez que nuestras manos se tocaron perdimos 4-0. Tanta rotación en el barrio de Vallecas. Pero nosotros ganamos.
El beso de Casillas y Sara fue bonito. Pero mucho más cuando me das por la mañana tus "buenos días" todavía con las sábanas. Lleno de amor y pasión. Balones fuera.
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