domingo, 9 de junio de 2019

Y llegó el domingo...

Y como diría Belén, el super hombre. El hombre 10, insiste en vestirse de príncipe y acompañado por su noble corcel, viene a salvarme de la malvada bruja.

Podría hacer un cuento de nuestra historia. Pero no estaría hablando de la realidad. De lo que discutimos, de las veces que me dan ganas de pedirte el divorcio. Y de lo que te quiero, porque te prohíbo que me dejes nunca. 

Vaya escritorio que me has preparado, y tú ahí arreglando a eso que llamas tu vida. Vaya dos. No nos hablamos, las miradas matan y aún así no podemos estar separados. Tú sigues preocupado como siempre, intentando salvarme de cada problema. Creyendo aún que lo puedes hacer cuando todo está perdido, cuando yo estoy perdida.

No te rindes conmigo, te enfadas por mí, te duelen las cosas que me pasan a mí, sientes rabia e impotencia, llegas a sentir más que yo incluso. Y te molesta que no reaccione. Prefieres una tarde en silencio conmigo que cualquier otro plan, y sólo puedo pensar ¡qué suerte tengo con mis amigos! ¡Qué suerte tengo contigo!

Te miro de reojo, y no te das cuenta, me hace gracia la situación y se lo estoy contando en directo a Belén. Somos un cuadro que nadie comprende, pero eso nos ha dado igual siempre, ¿verdad bollito mío? No me sueltes nunca de la mano, no me dejes. Porque aunque yo también quiera matarte creo que diez veces por día, no podría vivir sin ti. 

También me doy cuenta que miras cada vez cojo mis apuntes. Sé que me estás examinando en silencio, que estás analizando mis gestos para saber en qué estoy pensando, y también sé que te gusta verme estudiar. Lo sé todo. Y yo no dejo de pensar en la suerte que tengo de estar recogida cuando todo está mal.

Y es que no te cambio por nada del mundo, amigo.

Patricia Izquierdo Díaz


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