Soy una persona ordenada, me esforzado mucho por serlo. Porque mi vida siempre ha estado tan desordenada, que me obsesione con ordenarlo todo. Me gusta tener todo en su sitio, desde mi habitación, hasta mis pensamientos. Me gusta solucionar las cosas por orden. Y cuando me agobio, los soluciono todo mandándolo a la mierda. De golpe. No dejo títere con cabeza. Y me quito los problemas de un plumazo. Pero en menos de una semana, me ha golpeado una realidad, que no entraba dentro de mi orden.
Reconozco que en el fondo soy una niña ilusa a la que le gusta fantasear con esas historias de amor que nos cuentan las novelas románticas. Y aunque he mantenido los pies en el suelo la mayor parte del tiempo me he considerado la protagonista de dos historias de amor, raras, pero muy mías. Siempre las he llevado por bandera. Siempre he hablado orgullosa de esas dos personas que han ocupado la mayor parte de mi tiempo. Con sus más, y sus menos.
Para mi han sido historias reales. Paralelas, pero ambas muy importantes. Supongo que siempre he tenido el corazón dividido en dos. Y ellos sabían qué lugar ocupaban. Sabían cuáles eran su momento y me han hecho vivir todo muy intensamente. Para mi han sido todo, amigos, amores improbables, amores imposibles y sobre todo, inevitables.
Cada uno a su manera me aportaba todo. Y he vivido en una montaña rusa durante muchos años, donde ellos eran los copilotos de la aventura.
Han sido dos historias que de manera indirecta siempre han estado muy presente en mí. Y me han marcado tanto, que no me han dejado dejar espacio a otras… me he esforzado mucho, por pasar página. Incluso de cambiar de libro. Pero por circunstancias, que a veces he provocado yo, otras sin embargo me las han provocado, siguen siendo mis libros favoritos de la estantería de mi vida.
Y en menos de siete días, me he dado cuenta que las dos personas que me hacían creer que yo era lo más importante, no me necesitan. No estoy en su vida. Y mentiría si dijera, que no es lo que buscaba… pero una mentira más grande es negar que duele. Duele mucho. Pensar que el “para siempre” que jurábamos lograr, se queda en los recuerdos y no en la puta realidad…
Sé que es egoísta por mi parte. Que si les he pedido a gritos que me dejen millones de veces, porque sabía que no lo iban hacer. Si ahora lo han hecho… pues me toca apechugar. Pero no me considero tan mala persona… si fueran felices, me alegría por ellos. El problema está, en que de la manera en la que me han dado de lado, en este momento de su vida donde tanto como para ellos como para mi es todo una mierda, o eso es lo que veo yo desde fuera, hemos decidido no apoyarnos. No me dejan estar ahí. Y me siento vacía.
¿Este es el primer paso para superarlo? No lo sé. Pero es una mierda. Y juro que no creía que me fuera a costar tanto. Pero me han dejado huérfana. Y supongo que pasar de ser lo primero, a lo último. Cuesta. Aun así, les deseo lo mejor. Quizás va siendo hora de meter los libros viejos en cajas y que las historias que leímos nos sirvan de experiencia.
Belén Triguero Guijarro
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