Llegas a casa después de un día largo y te haces algo rápido de cenar en menos de cinco minutos. Te sientas en el sofá, enciendes la tele, pero la ignoras.
Y entonces llega la noche de verdad, la jodida noche.
Todos los recuerdos se ponen a jugar al escondite en tu mente.
Y no, no tienen hora de regreso.
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