Ni picas

"No sé cómo pretendías que encajáramos si me mezclabas con piezas de otros puzles"

¿Sabes? He cambiado de opinión. Ayer cuando me escribiste. En fin... Pensé, ¡lo que me faltaba hoy! Me cabreó muchísimo que me escribieras, incluso aunque fuera para desearme suerte en mi examen. Por favor, los que os vais, los que decidís iros, no volváis, porque al volver solo hacéis daño. Pero esta vez no... Por lo menos, ya no dueles, molestas, incordias, pero no, ya no duele, ya no salta el corazón, ni me entra dolor de tripa al ver tu nombre. No.

Lo primero que pensé fue en no contestarte. Pero, ¿por qué no? Contigo no me hace falta ponerme el disfraz de diva, no pretendo absolutamente nada contigo, no tengo ni que ponerme el disfraz del palo por el culo... Ya no. 

Lo segundo que pensé, es darte un corte como los otros tantos que ya llevas... Y por último, pensé en jugar un poquito contigo, sabiendo que el final iba a ser apoteósico, un final feliz, para mi claro... Pero el día iba de noticias malas, y donde estén mis amigos, tú pierdes toda mi atención, y si pierdes tanta atención que hasta hoy no había pensado en ti, es que lo he superado mucho mejor de lo que creía, ni siquiera tengo el rencor suficiente, ni el enfado, ni la maldad, ni el dolor... para dedicarte un minuto más de mi vida, un minuto más de los que ya te di, y preferiste cambiar por otras... catedrales. Desde luego que lo tuyo sí que son los piropos. ¿Funciona así? Llamas monumento a una persona, ¿y cae? ¿Así de fácil? A estas preguntas me debería responder yo misma. Pero bueno, no tengo necesidad de seguir con este tema. Sólo quería dejarlo por escrito. Dejar por escrito, que sigo siendo fuerte, sigo reconstruyéndome poco a poco, guerra tras guerra... Pero no me pidas que te recuerde como algo bonito. Todo lo malo que pasé supera a lo bueno. Me restaste en vez de sumarme. Me has restado hasta kilos.

Nos veremos. No nos queda otra. El verano siempre llega. Pero ya... ni picas.

Patricia Izquierdo Díaz