domingo, 9 de junio de 2019

Viernes

Buenas a todos. Como buen domingo vengo a contaros mi finde. En el cuál ha habido de todo.

No os voy a contar qué planes tuve, qué hice, porque sería un auténtico coñazo de texto, y estamos aquí para hablar de cosas serias y que me deis vuestra opinión por Facebook. ¡Ah! Un segundo antes de empezar. Gracias, de verdad porque nos estamos acercando a los dos mil seguidores y estoy más que encantada, así  que gracias y mil veces gracias.

Ahora sí, empezamos. El viernes, como sabéis, porque lo puse, fue el cumple de mi amiga Belén. Y lo fuimos a celebrar por la noche. El motero, invitado por ella, me acompañó. Por cierto, tiene un castigo de cuatro semanas. Os explico.

Es difícil de explicar todo, lo intentaré. Soy bastante antisocial, no es que no hable. Pero me cuesta conocer gente, me da miedo. Siempre he creído que no soy lo suficientemente presentable y que no estoy a la altura, en este caso, de las amigas de Belén, o que no pego, o que no voy a saber estar, yo que sé. Y le doy infinitas vueltas a mi cabeza, y al final termino por no ir a los sitios, ya que nada del armario conjunta con mis pensamientos. En esos momentos ningún vestido queda bien. Pero fui. Porque es mi amiga, porque la he dejado plantada muchas veces, diciendo que iba y al final no lo hice. Y porque la quiero. Y porque por los amigos se hacen locuras, si de verdad los quieres. Y las escusas, son lo peor que puedes hacer. Y en medio de este caos, el motero fue mi escudero, mi ayuda, y un apoyo para el momento.

Pero... No es todo tan bonito. En mi vida no hay nada bonito, ni de película. Al motero le surgieron planes mejores. Mucho mejores, a diferencia de este cumpleaños, que ni fu ni fa, planes que le interesaban y le convenía. Yo insistí en que los hiciera. ¡Pues claro! Quiero que lo pase bien, además un viernes, decidí que no viniera al cumple. Pero es un cabezón. Y yo me enfadé, es posible que naciera enfadada, no lo sé. Pero me enfadé... y mucho.

No entiendo aún la razón de por qué vino, no estoy acostumbrada a que hagan esas cosas por mi, ¿por mi? ¿Por qué? Así que esa idea la deseché de la cabeza. No le entiendo, os lo digo siempre que hablo de él. Te invitan a un cumple que ir o no ir te da igual, te salen planes mejores, ¡toma, suerte la tuya! ¿Y no te vas? ¿Pero de qué estamos hablando? Luego pensó... que él va, hace acto de presencia y luego si eso se pira... Pues prefería que no viniera. Es algo que le insisto mucho, conmigo no tiene que quedar bien. Y lo que hizo estuvo feo. Ir a un sitio en el que no quería ir, o no era la ilusión de su vida, estar, y querer irte casi ya. Pues fue en su moto con la idea de escapar, estoy segura. Ante la posibilidad, que he desechado, de que lo hiciera por mí, porque es... ¿amable? Me es más fácil pensar que es por quedar bien, con Belén, porque conmigo, os aseguro que no es necesario. Últimamente me tiene acostumbrada a rechazos o a escusas baratas como... "estoy cansado". Me tiene contenta... Y pensaréis, qué bruja eres, les estás poniendo a parir. No, estoy narrando unos hechos y expresando una opinión que él sabe, porque lo he hablado antes con él.

El caso es que este hombre me vuelve loca. No es tan trasparente como los demás, que los ves venir, este es... ¿bipolar? No sé, es que no sé explicarlo mejor, tan pronto tienes un rechazo como un planazo. Tan pronto viene a un cumpleaños y se queda como que se quiere ir. No sé qué hay en su cerebro, me resulta tan complicado, ¡y él dice que es sencillo! Pues no sé qué entiende él por sencillo.

Al final del cumple se quedó. El viernes se quedó. Y no se fue. Y mis cabreos de cuatro minutos y treinta y siete segundos... Pues... Él no lo sabe, pero yo como soy muy digna y muy diva, seguiré enfadada eternamente... o esas cuatro semanas que le dije. Me va a volver loca. Unas instrucciones no me vendrían nada mal. Como le he dicho hoy, tengo tiempo para seguir conociéndole. Hasta el verano supongo. En el verano todo suele cambiar. Ya lo veréis, os iré contando. 

Pero no tiene ni idea de lo que significó para mí que allí estuviera, y Belén lo sabe. Y se lo agradeceré en el alma, a los dos, a una por invitarle y al otro, por estar. Por cierto, no le he dado las gracias, porque siempre que le digo algo bonito (que ocurre un día cada 450 meses) me dice que me calle. Se atreve a mandarme callar. No tiene ni idea con quién habla aún. Pero le estaré agradecida siempre, por ese detalle, aunque estuviera deseando huir a otro lugar. Le habría matado el viernes. 

Así que eso es lo que pasó. Pasemos al sábado. 

Patricia Izquierdo Díaz


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