Ya mucho antes de saber de ti sabía que todo lo que tenía que ver contigo especial. Tenías esa magia
era singular en los ojos, esa fuerza en todo lo que hacías que me dejaba embelesado mientras hablabas.
Y, al conocerte, fue cuestión de segundos comprobarlo. Pese a todo, no lo vi venir y eso lo descubriría
más tarde.
No antes de descubrirte mis rincones favoritos de la ciudad, de llevarte a esa sala de conciertos donde entramos diez, de preparar el mejor postre que me sale.
Mis mayores secretos que no compartía hacía años con nadie.
Al final me jugué toda la lotería al mismo número y no hubo suerte. Me tocó perder.
Y, además, me lo hiciste saber de la forma más dura.
Desapareciendo de un día para el otro y en silencio.
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