Solo necesito que no me sueltes de tu mano. Recorrer una ciudad que nos sabemos de memoria pero que parece nueva si tú vas al lado. Cenar en un sitio sin preocuparnos de saborear y comernos con la mirada. Meternos en cualquier bar donde se pregunten qué hacen esos dos gilipollas besándose contra la tragaperras. Y nosotros riendo.
Y cuando casi no quede noche, subir a la última planta del hotel más lejano y meterte mano en el ascensor. Por dentro de tu ropa interior. Que la puerta se abra y una pareja de ancianos esté esperando para bajar y que nos dé igual.
Que te tires en la cama sin bajar las persianas. Boca abajo. Boca mía encima de ti. De tu espalda. Morderte despacito, dejarte sin sujetador. Llueve fuera. Llueves tú. La lengua por los muslos... El calor. Quizá esta noche no vamos a dormir. Quizá se enteren en la habitación de al lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.