La juventud se llena con botellas vacías.
Hace falta beber y hacen falta botellas
para escribir mensajes
que den sentido al mar.
Todo nos pertenece,
porque todo es asunto de mañana,
la luz solar, la luz conspiradora,
el sueño de los sueños incumplidos
y la ley de las cosas irreales,
Es normal lo que pasa. Pasa el tiempo.
Lo que es envidiable suele ser envidiado.
Porque bebí hasta el fondo de mi alma,
escribiendo mensajes de letra impertinente
para agotar la tinta que me dieron,
soporté enemistades, ojos turbios
parecidos al óxido,
el frío de los barcos que no salen al mar,
aparejos que viven para infectar heridas.
Me consoló el desnudo de tu cuerpo.
Me consuela al amor
cuando la ausencia arde lo mismo que unos brazos
y el pensamiento es vida porque tiene
el sabor de una piel.
En tu desnudo viven realidad y deseo.
Mientras pasan los años
cultivo tu desnudo. Admito que el amor
es una impertinencia que desafía al tiempo.
Nada nos pertenece, ya lo sé,
ni siquiera la letra envejecida
que se cansa en los últimos mensajes,
ni siquiera el ejército de botellas oscuras
que ahora huelen a frascos de farmacia.
Si no soy mi enemigo,
Si mi rencor no envidia más que nadie
todo lo que yo era,
todo lo que se pierde
en la raya de luz del horizonte,
todo lo que me falta
cuando pienso en mí mismo con los pies en la tierra,
es porque tu desnudo dignifica
una tarde de invierno,
el óxido que quema
y el cuerpo que envejece entre mis manos.
La vida no compensa de la muerte
porque el amor le dio sentido al tiempo
A pesar de mi edad
no consigo cuidarme
Será porque prefiero cultivar tu desnudo.
Luis García Montero
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