Pues sí, chico nuevo. Chico nuevo en la oficina. Y esperando sus escritos me tiene.
Vuelvo a esperar. Vuelvo a impancientárme, pero esta vez con los pies en la tierra, cargada de miedos que es el sentimiento que más pesa en los bolsillos, y te impide volar, despegar, sentir... Te cierra puertas y ventanas. Te cierra al mundo, a las nuevas personas.
No sé qué piensa de mí, no sé si su concepto al conocerme cambió, me tiene un poco en ascuas, esperando. Me siento en una partida de ajedrez, analizando cada gesto, cada palabra, cada movimiento, para... ¿atacar? ¿Salir huyendo? ¿Cerrar puertas? Esta vez... he decidido no pensar. No voy a pensar en el futuro. No quiero darme esa licencia. Quiero vivir, punto. Quiero que el tiempo me regale aquello que tenga preparado para mí, porque me exijo pensar que es bueno... Estadísticamente es imposible que me ocurran más cosas malas. Aunque, no tentaremos al destino hablando muy alto.
De momento, no os puedo contar más. No sé mucho más, y estoy un poco en medio del caos. Un caos que él conoce, o que al menos comprende. Dicen que las cosas buenas llegan cuando menos lo esperas... Dicen, dicen, dicen... Demasiados dichos, demasiadas frases, reflexiones, demasiadas opiniones... Esta vez, como he dicho no voy a pensar, pero tampoco voy a escuchar... Voy a vivir, que a eso hemos venido a este mundo. El tiempo... el gran jefe de todo, es que decidirá, el que moverá mis dedos para contaros más, o para volveros a decir que mis puertas siguen cerradas.
Aún sigo "en obras", aún recojo ciertos trozos de mí que me encuentro por el suelo, aún estoy encajando las piezas que desarmaron, aún estoy en ello... Pero soy fuerte, lo sé. Aunque llore a veces, aunque a veces sienta que el mundo me come a mí, no es así.
Yo puedo reconstruirme como tantas veces, como tantos años, como tantos daños...
Patricia Izquierdo Díaz
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