“Si tú quisieras, te vienes y hablamos. Y con una mirada lo
arreglamos”. Tú, yo y nuestra manera de perdonárnoslo todo.
He llegado a odiarte con toda mi alma tantas veces... joder
es que cuando te pones así, que pasas del mundo y de mí, te juro que te
mataría. Porque no sé en qué piensas, no sé qué haces con tu vida. Y con la
mía, porque me arrastras. Pero el mismo odio es lo que consigue que salgamos a
flote siempre. Que no nos olvidemos. Que cuando coincidamos por casualidad… tú
pones esos ojitos que te brillan y se te achinan cuando quieres que te perdone
sin decirme nada. Y yo sonrio, mirándote desde abajo. Me coges de la cintura,
me pegas a ti… me das dos besos, cerca de la boca, en la comisura de los
labios… y sueltas ese “hola preciosa”. Y no sé cómo, ni por qué, todo se
soluciona. Ponemos el contador a cero. Y volvemos a empezar. Creo que no es
orgullo, solo que sabemos cómo funcionan las cosas. Hemos gastado mucho tiempo
en conocernos, en saber que aunque estamos mucho tiempo a nuestro aire, cuando
vuelva, volveremos a ser los de siempre.
Mi amor del pueblo… ese amor inexplicable que dura toda la
vida. Eres esa persona con la que no voy a estar nunca. Los dos lo sabemos.
Pero la que siempre va estar presente. Eres ese que está siempre al final del
camino. Mi salvavidas cuando en el mundo real todo va mal. Eres ese amor
prohibido, ese amor imposible. Ese amor que no se olvida. Somos ese amor, que
no puede con todo. Siempre hay otras razones de peso que nos separan. Nosotros
mismos, decidimos separarnos, cuando no nos ponemos de acuerdo. Somos fuego, y
tenemos miedo a arder…
Ahora mismo no quiero verte. No quiero escucharte. No quiero
saber de ti. Ahora mismo, estoy en ese punto en el que me has encontrado tantas
veces, ese en el que quiero que dejes de ser esa persona importante para mí. En
ese donde me niego a volver a mi sitio
favorito del mundo por no girar la calle y encontrarte. En el puto punto, de
donde consigues sacarme. Para que cambie de idea, y cambiemos de punto. A
nuestro punto inicial. Donde no somos nada pero somos todo. Donde yo soy tuya y
tú eres mío. Donde Belén y Pedro, son uno. Y claro que te echo de menos, por
eso me echo de más. Claro que me matan miedo y no me puedes salvar. Ahora
entiendo el para siempre que me jurabas lograr, para siempre era el recuerdo no
la puta realidad…
Vamos a respirar. Vamos a dejar que pase el tiempo. Haz tu
vida. Yo haré la mía, mientras tanto. Ya tendremos tiempo de desordenarlo todo
de nuevo…
Belén Triguero Guijarro
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