Cuéntame cómo me tocas sin rozarnos. Cómo tus dedos acarician mi mente para luego bajar hasta la cadera. Dime cómo haces que mis ojos se nublen mientras sueño despierta. Cuéntame dónde estás si yo te siento tan cerca, tan dentro. Entras en mi cabeza, la remueves, la mezclas, la dejas y la vuelves loca. Me vuelves loca. Empiezo a hervir. Siempre hasta el momento justo. Siempre hasta el límite entre el bien y el mal. Siempre aparece ese helicóptero, rescatándome, lanzando un montón de agua sobre mi cuerpo. Antes de que me queme. Antes de que me consuma. Ya no sé ni en qué parte de mi cuerpo me estás besando ni dónde está tu lengua. Si hemos llegado al cielo o al infierno. Pero creo que me quedo aquí. Clímax. Hasta donde nos lleve la imaginación.
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