martes, 20 de noviembre de 2018

Salvando a las habitantes de mi cajón

Hace muchísimo tiempo que escribí mi primera novela. Es posible que no tuviera ni 18 años. Fue una experiencia maravillosa para mí y al final, un sueño hecho realidad. Nunca pensé que sería capaz de algo así. Nunca pienso que soy capaz de nada, y aquí estoy, cumpliendo sueños poco a poco. Y luchando constantemente por cumplirlos, sin rendirme.

Hace unos días, cuando abrí mi página de Facebook, tenía un mensaje. ¡Qué raro! Muy pocas personas me hablan por esa vía, así que con curiosidad abrí el mensaje. Era una compañera del instituto. Para que os hagáis una idea, tengo 26 años. Del instituto ya hace mucho tiempo, ¡ha llovido! como se dice. En fin, a lo que vamos. 

Me preguntó si aún seguía escribiendo. Pues algo sí, le respondí, en mi blog. Aún recordaba mi novela, y le apetecería volver a leerla, es más, leer algo nuevo. ¿¡Cómo es posible que no hayas escrito más!? Pues supongo que la falta de tiempo, tú (ya sabes quién eres, Señor Editor con olor a polvora valenciana), y supongo que porque mi segunda novela se quedó junto a la primera, en un cajón. Os aseguro que la segunda es mucho más madura, más mujer.

Con la escritura me pasa algo que no me pasa con la música, con el piano por ejemplo. Sí, cuando estamos juntos, sé que le he echado de menos. Pero para mí, escribir, es una forma de expresarme mucho más clara que hablar, más sencilla que cantar y más cómoda que cualquier otra expresión. Pero el caso, es que me hizo ilusión que alguien se acordara de aquella novela que duerme en mi cajón, que espera que algún día la lean. Seguiremos esperando porque no es el momento. 

Pero sí es el momento de, quizás, volverme a poner delante de un teclado, y soltarme la melena, dejar totalmente libre a la imaginación. Necesito que vuelvan a fluir las palabras a través de mis dedos. Aún tengo mucho que contar al mundo, tengo muchas ideas que escribir, y todo lo que te quedas dentro, se atraganta, duele, te crea úlceras. Sí, hacerme caso, es ¡horrible! Y los cuadernos que utilizo para mis ideas, crecen y crecen.

Volveré a sentarme en la ventana estos días de lluvia que tanto nos inspiran. Esta vez, no va a ser desde una ventana con vistas a mi amada Gran Vía, esta vez será distinto. Retomar aquello que olvidas por el día a día (puñetera rutina). Quiero volver a hacer miles de personajes que me hablen por la noche, que me cuenten su historia. 

No quiero ser Megan Maxwell, ni Cervantes, ¡oh, no! Ni Matilde Asensi, ¡qué va! Escribo por pasión, por amor al arte, si es que se puede llamar así. Porque escribiendo me siento mejor. Y porque una chica del instituto me ha recordado lo feliz que era haciéndolo, y cómo puedes llegar a hacer sentir a los demás a través de tus palabras (tras muchos años, ella aún lo recuerda). Nunca te podré agradecer jamás lo que ha significado tu mensaje para mí. A veces necesitas eso, no sé, ¿un empujón? Alguien que te recuerde qué es lo que te gusta hacer, que serás rara por preferir una tarde de lluvia escribiendo a salir de fiesta, pero que es tu vida y es tu felicidad. 

Así que, gracias, amiga, por salvar a las novelas que duermen en el cajón.

Patricia Izquierdo Díaz


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.