¡Ay, Dios mío! Me faltan todas las palabras del mundo para describir esta tarde. Si es que por algo me enamoré de ti.
Te juro que nunca creí que volvería a asomarme a mi ventana con vistas a Gran Vía, la protagonista de este blog. En la que me he sentado tantas veces a escribir, a ver llover, a ver a esas personas de ahí abajo como se mueven de un lado a otro, a la multitud de coches que pasan por allí... ¡Qué ilusión me hace volver a escribir desde aquí! ¡Hola Gran Vía!
¿Por qué haces que cada vez que estamos juntos parezca un cuento? ¿Por qué eres tan bueno conmigo después de todo lo que hemos pasado? ¿Por qué me miras así mientras le doy a la tecla? Haces que aún me sonroje, y es que los años no pasan por nosotros. El juego de miradas, de caricias. No se me olvida como acaricias mi pelo, mientras intento que no leas lo que estoy escribiendo. Haces magia, cariño. Estando a mi lado haces que Madrid brille más que nunca, que sus luces sean insignificantes.
¿Sabes ese momento en el que te encantaría volver al pasado? A un recuerdo específico me refiero. No sé cómo lo haces. Traes lo mejor del pasado al presente, haces que se nos olvide lo malo del pasado. ¡Dios! Estoy viviendo un sueño ahora mismo. Tengo la piel de gallina, por estar en esta ventana, por tus susurros, por tu besos en mi cuello... Sé que lo haces para ver lo que escribo, nada más. A mí no me vas a poner tontorrona por eso. A la guerrera de hielo, ¡estás soñando! Y sin embargo no paro de morderme mi labio, imaginándome cómo sería volverte a besar.
Vamos a respetar esta "amistad", vamos a respetar a nuestro presente. Vamos a vivir este momento con la piel de gallina, con una sensibilidad que no conocía. Recuerda que estás hablando conmigo. Pero no sé lo que me pasa estas semanas. He empezado a escuchar a Pablo Alborán, creo que mañana veré Titanic. ¡No me reconozco! ¿Crees que me estoy volviendo romántica? ¿Pero cómo no lo voy a hacer? Si estás a mi lado, más cerca que nunca, sin dejar de mirarme. Eres mi sueño hecho realidad, aun después de seis años, eres mi magia de Navidad.
No. No voy a decir lo que me apetece ahora mismo. Diremos que son dos palabras que te diría con o sin luz, en la cama o en la ducha, en la encimera o en el suelo, cuando escribo o cuando bailo contigo. Shhh... Escucha, sí, es mi corazón, está rebelde. Él te diría mil cosas. Las que estropearían el momento, las que liarían y complicarían las cosas. Eres lo mejor de mi vida, aunque seas mi amigo, ¿no?
¡Sí! ¡Ya voy! Recrearemos nuestro momento. Nos taparemos los ojos, pondremos música y bailaremos en el salón, sin decirnos nada. El silencio es maravilloso a tu lado. Déjame bailar en Braille contigo, déjame sentirte, como siempre decimos, una última vez. No me dejes bajar de este piso, no me dejes irme esta noche.
¿Cómo voy a iniciar algo nuevo? ¿Cómo voy a querer conocer a alguien? Todo a tu lado parece mediocre. ¡Nos faltó un viaje! Que no fuera Valencia, claro está. Nos faltaron muchas cosas. Fue el amor perfecto en el tiempo incorrecto. Y esto, ¿cómo se lo cuento a mis amigas? Como les digo que me he levantado hecha una mierda... Y he acabado el sábado levitando. Eres magia, lo sé yo. Me llevas de la mano a ver museos, exposiciones, todo caótico por cierto, te falta planificar un poco más, pero eso... lo hace especial. Es que sino... no serías tú. Tú eres el caos y yo la agenda. En fin, que sí, ¡que ya voy!
¡Ah! No me sueltes nunca...
Patricia Izquierdo Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.