domingo, 4 de noviembre de 2018

¡ZAS!

Dicen que lo que mal empieza, bien acaba. O quien te cae mal, luego se convierte en amigo. Que puede ser destino, casualidad o un milagro. Puede ser que al final, todo esté escrito. No lo sé.

Esta historia empieza en un café. Sí, en un bar de un pueblo muy lejano, pero por un café. Parece simple hasta aquí. Vamos a complicarlo. Un café, con una persona que había visto poco/casi nada, hablado poco/casi nada y de la que sabía poco/casi nada. Bien, pues la vida me ha dado un ¡ZAS! Sí, sí, así de grande.

Reconozco que tengo la manía de crear una primera imagen de las personas que conozco. Pues a veces, las primeras impresiones engañan. De repente, con un café, la vida te descoloca y te pone en el camino una persona increíble por dentro y por fuera. Algo muy distinto a ti, eso es verdad. Pero esto es la vida, la diversidad, la divergencia, eres único desde el primer momento que naces, no hay dos personas iguales, ¡gracias a Dios! (al que creas). Dicen que los polos opuestos se atraen. Como que se complementan, encajan a la perfección, comparten, aprenden y crecen juntos. Se mejoran el uno al otro. Qué bonito es hacer un texto lleno de teorías que probablemente se publicaron en esos libros de autoayuda.

El caso es que tras ese ZAS de la vida, un café se convirtió en una coca cola. Todo cafeína, y es que una va a tope por la vida. Después, un paseo muy casto y puro. No penséis en guarradas. La Patri que escribe este texto, no es la de otras veces. Paseos, cafés, quizás una cena... ¿Un beso? ¡Já! Aún es pronto. Es pronto para un beso pero, ¿y para un viaje? La prueba de fuego para dos personas, independientemente de la relación que tengan.

Un viaje que empieza por...¡corre, arranca, que nadie nos vea! Totalmente clandestino. Bueno, pues así continúa esta historia. Por un viaje, donde la música es protagonista, la carretera, los paisajes, el arte, los museos, las catedrales... las colas, las entradas, más cenas, más comidas... las noches. ¿O no?
¿Hay mejor manera de conocer a una persona que pasando 24 horas con ella? Seguro que no. Era nuestra prueba de fuego, y nunca mejor dicho si lo enlazamos con las noches. Miedos, incertidumbres, timidez, expectativas, besos... La prueba de fuego, ya me entendéis.

No soy de poner etiquetas, eso se lo dejo al tiempo. Tampoco soy bruja, no sé qué depara el futuro. Dos polos opuestos se atraen, pero hemos quedado en que eran teorías, no una ley. Me quedo con la prueba de fuego superada. Se lo dejo al futuro, que nos traiga lo que tenga preparado para nosotros, mientras yo intento arreglar cosas de mi pasado, para poder seguir en mi presente.

Para concluir, pienso que las casualidades y los cafés son elementos maravillosos que dan mucho juego. Que el futuro se encargará de traer lo que nosotros trabajemos en el presente, que las etiquetas carecen de valor y que lo clandestino da mucho morbo. Me quedo con las risas, las conversaciones, las anécdotas, las historias porque, hemos creado una, ¿recuerdas? Empezó por un café. Es la vida, señores, las que nos enseña, la que nos da un ZAS cuando lo considera oportuno. Es destino o casualidad, como diría Melendi. Es norte y sur, fuego y hielo, playa y montaña, paciencia e impaciencia... Es tan dispar, tan diferente, que de nuevo el ZAS, me lo llevo por no creer que las pruebas de fuego se superan.

Patricia Izquierdo Díaz




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