Yo no empecé a fumar cuando todos lo hacían. Escribía cosas que en cuadernos se quedaban. Los guardo aún, dentro de una caja entre cartas de amor de hace mil años. Siempre he sido más de cena y mirarte a los ojos que de discotecas atiborradas de gente en el centro. De pensar en ti cuando el mundo aún duerme mientras tú sueñas. De besarte los muslos despacito cuando otros ya se hubieran corrido. Y no me hizo falta aprender a quererte. Supongo que es tu hechizo. Que sin ninguna foto tuya, recuerdo a la perfección la sonrisa que ponías cuando te ponías roja. Que cuándo te llevaría a las Cíes. Cuando decías que mejor una ensalada, que no cocinara. Para besarnos un ratito más. Hasta que pillaras el último metro hasta Núñez de Balboa.
Defreds
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