miércoles, 6 de febrero de 2019

No conocí el amor para ponerlo en verso

Ha sabido del mundo y muchas veces 
he sabido de ti.

He sabido por horas la distancia
que cabe en un amor
y lo cerca que están
dos plantes de un hotel cuando amanece
o dos habitaciones de número lejanos
antes de que se escriba ningún verso.

He sabido por tanto que la noche
no buscó este poema,
porque nunca se olvida
de los ojos del gato y de sus campanadas,
de los ruidos que hace la luz de las estrellas,
del tiempo que murmura
sus olas de familia numerosa.

He sabido también que la esperada y triste
novela de la lluvia
no tenía dos sílabas y un rayo 
sino todos los huertos, y todos los cristales,
y todo el mes de marzo entre las hojas secas.

He sabido leer las instrucciones
de las tardes de invierno, del perdón telefónico, 
de los días después y el mañana nos vemos,
del avión que aterriza, de la luna
redonda como el sí de los veranos,
mucho más mío que cualquier metáfora.

No se inventó Madrid para que yo te viese.
No conocí el amor para ponerlo en verso.

Lo he sabido y aplaudo 
como un público dócil
que cada cosa siga
el cauce libre de sus río.
Pero ocurre que el tiempo
desemboca en el mundo que hemos sido tú y yo
como se desemboca en un poema.

Luis García Montero


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